Me abruma pensar en el mes de vacaciones. Ni me dan casi ganas de salir del
despacho y encerrarme a leer los libros que he dejado para este verano. ¡La
lista de sus títulos se sale del margen de la hoja A4 que me he provisto para
apuntarlos! Para colmo la LAUDATO SI exige una relectura más profunda. También
pienso en tantas propuestas que me han llovido estos días de salidas con
amigos, bufff, ¿a quién descartas?
Lo peor es que hay que elegir ¿qué hacer y con quién…y me vuelvo a
complicar la vida pensándolo!
Con todo esto tendrá que decidir el bolsillo porque, claro, también depende
de la precaria economía en que uno se desenvuelve. ¡No hay queja! Quizás sea
una bendición que mi economía sea precaria. Ello me ayuda a que mi elección no sólo
sea más económica, sino también más ecológica, que mi presencia impacte lo
menos posible con el ambiente donde voy a estar, que sea lo más generosa para
el contorno donde pueda estar, que me sitúe en contextos donde pueda
relacionarme con la mayor cantidad de personas a las que quiero y con las que
me siento a gusto.
O sea, que haya una valoración más consciente, de calidad y nutra a un
cuerpo que Necesita, la amistad, la naturaleza, el ejercicio físico, la
reactividad espiritual para superar los traumas y baches de los que me he
provisto por testarudo este año.
Con esta perspectiva mi decisión se va haciendo algo más clara. Me alegro
yo mismo de ir entreviendo lo que está por venir. Me alegro de que mis
vacaciones sean bien pensadas, y que sean valores los que determinen las
decisiones, sino con tantos como somos los que nos echemos al monte ¡crearemos
más que problemas a la vida!