P. Miguel Pozuelo, misionero pasionista en México.
Eso de “la retaguardia” en realidad es un modo
nostálgico de decir que me han trasladado de la montaña a un lugar céntrico de
la ciudad de México. Nostalgia de no estar directamente en el trabajo que me enamoraba,
junto al pueblo campesino o sectores periféricos de las ciudades.
También es una seria imprecisión hacer distinciones entre lugares y tareas,
porque somos Pueblo de Dios; entre nosotros no hay vanguardias ni retaguardias,
todos somos la Iglesia y todos somos el pueblo de Dios, desde cualquier lugar y
en cualquier tarea que estemos... ¡bueno! es lo de “que somos un solo cuerpo”
que dice Pablo, o lo de “la vid”. que es la comparación de Jesús.
Pero me falta presentarme: me
llamo Miguel Pozuelo Utrilla, soy un manchego daimieleño, de la Congregación
Pasionista, estuve 45 años en las montañas y barrios marginales de
Centroamérica, y desde hace casi un año en la ciudad de México.
Me pidió una colaboración Damián
para el DOMUND de este año; él junto con Toñi han sido para mí como dos
hermanos cuando he visitado la delegación en el Obispado, su alegría, amistad y
colaboración me han hecho sentirme allí como en mi casa... en ellos se ve claro
que la tarea misionera y eclesial es una unidad y un solo empeño, al que cada
uno contribuimos desde donde estamos y actuamos.
Los 45 años vividos en distintos
lugares de Centroamérica han ido esculpiendo mi persona y mi vocación..., son
parte de mi vida tantas familias empobrecidas pero de fervientes cristianos, y
en muchas ocasiones valientes y decididos defensores de la justicia y la equidad,
incluso hasta el martirio; en muchos aspectos soy lo que he vivido y compartido
con ellas y con ellos. Los pobres nos evangelizan. De igual manera me ha
enriquecido compartir con algunas y algunos de ustedes que son la conciencia y
la acción misionera en nuestra diócesis manchega.
Por todo ello, esté donde esté,
en la tarea que me hayan asignado, tengo un corazón y una experiencia misionera
que debo compartir y seguir viviendo.
En México mi tarea principal es
acompañar la formación de jóvenes latinoamericanos que comienzan a conocer mi
Congregación y quieren compartir nuestros compromisos cristianos y eclesiales. En
este lugar van a estar tres años de su proceso de formación, y la mayoría de
ellos serán misioneros Pasionistas en América Latina. Se supone que en la
interrelación con ellos aporto lo que soy, y en buena parte soy “un misionero
con años de experiencia”, al tiempo que sigo enriqueciéndome compartiendo la fe
y “el alma latinoamericana” de estos jóvenes.
La parroquia donde vivimos está
en el interior de la ciudad, y en ella me han encargado que acompañe y coordine
el trabajo de catequesis con niños y niñas.
Estamos en esta tarea unos 115
niños y adolescentes (de 4 a 16 años) y 23 catequistas. Están divididos en 10
niveles, cada uno con un temario diferente, en la idea de hacer un proceso de
formación en la fe. A partir de los 15 años pasan al grupo de jóvenes.
Insistimos que la catequesis no es para preparar a los sacramentos sino para
dar una formación integral cristiana, y en algún momento de este proceso se les
invitará a recibir los sacramentos.
En esta tarea actual está
presente mi anterior experiencia, pues en la parroquia campesina de Honduras,
donde estaba, había mucha creatividad y coordinación catequética, allí aprendí métodos
y contenidos que puedo aportar ahora acompañando la catequesis aquí, en la
ciudad.
Este cambio de lugar y tarea que
les comparto es mi manera de estar en sintonía con el lema de este año “¡cambia el mundo!” y aunque somos y estamos
en el mundo y cambiamos con él, nuestra misión nos exige una continua revisión
y adecuación creativa de nuestra evangelización, sin perder nuestra inserción
en ese mundo que es el nuestro, insertos
preferencialmente entre los empobrecidos.