Luis Miguel Avilés Patiño. Sacerdote IEME. Cuba
Todos
tenemos la experiencia de que cuando uno contempla el tiempo desde la
perspectiva de lo que está por venir cree que lo que tiene en perspectiva se
verá de tal manera que se le hará, si no eterno, sí en cierta manera dilatado
en extremo de que nunca llegará. Lo que nos sorprende desde el otro extremo de
la mirada es lo breve que todo resulta.
Cuando en el 2012 llegaba desde el
extremo oriente sólo iban a ser tres años breves en el Equipo de Formación y Animación
Misionera (EFAM) que me devolverían rápido a los lugares en los que había
estado trabajando 10 años. Venir tres años, pues, a España desde la lejana y
exótica Tailandia sólo iba a ser un tiempo que me permitiría recuperar las
relaciones con mi familia que habían modificado sus vidas, la diócesis que se
transformaba con rostros nuevos, las amistades que de deshilachaban por
circunstancias de tiempo, situaciones nuevas que acontecen a su alrededor, etc.
Uno se da cuenta que está en medio de un mar embravecido que no termina de
llegar a puerto alguno donde se reconoce como del lugar.
Allá han sido 10 años donde he
vivido un nacer de nuevo, aprender a hablar, a vivir, a relacionarme, a
trabajar en circunstancias diferentes ha sido de una riqueza inmensa que valoro
con nota alta. No me arrepiento de una experiencia que arranqué con lágrimas,
que pasó sus crisis y que se hizo hermosa. Creo que durante estos últimos años
que he vivido en España he tratado de verter tanta vida y experiencia positiva
traída de aquellos lugares extremos.
Entre 2012-13 tuve una breve
estancia en el equipo EFAM trabajando con mi compañero de diócesis Amadeo
Puebla. Todo se me hacía nuevo y comenzaba a vivir también de manera diferente
tras el periodo de Oriente. No estaría ya más en contacto con la gente sencilla
de los pueblos, acercarme a conversar, comer “kao niao” en salsa “prik”
mientras se conversa con la gente…vivir descalzo, vivir siempre en estancias
abiertas, sentir la fuerza del monzón…ahora era la mesa de trabajo, las charlas
con seminaristas, los retiros con sacerdotes en estancias cerradas, a veces
frías…
Creo que en estos años mi vida se ha
ido haciendo a los cambios, “vivir en salida” supone estar siempre en
movimiento, vivir ligero de equipaje porque los cambios y yo diría tanto cambio
no lo aguantas con el peso de lo que puedas acumular.
La Asamblea del IEME del 2013
acarrearía una nueva circunstancia a mi vida. “Me trajeron al EFAM para 3 años,
pero en mayo del 2013 me “dijeron” que se me extendía el tiempo aún más, ahora
5 años más en una España que se me iba haciendo más grata, más comprensible. La
iba reconociendo poco a poco en medio de sus complejos, tensiones, luchas
políticas. Solía hacer comparaciones con lo vivido social, cultural y
políticamente en oriente y no acaba de entender como tanta riqueza y hermosura
no se valorara y cuidara cuidadosamente.
Los cinco años vividos como director
del Departamento de Información y Animación Misionera han sido de una riqueza
brutal. He acumulado un patrimonio de amistades, de relaciones, de formación
que cuando llega este momento final y de partida no sabes cómo acabar de
despedirte de todos y de tanto. Las relaciones se han multiplicado con los
miembros del IEME, con profesores y
teólogos en el área de misionología, misioneros y congregaciones misioneras de
todos los lugares del mundo, las relaciones tan vitales con las OMP y la
Comisión de Misiones, delegados de misiones, la vuelta a la propia diócesis a
la que se ha ido reconociendo de nuevo especialmente desde el lado de la
Misión, las lecturas y conocimiento de la documentación de lo específicamente misionero.
Si empiezo a recordar nombres no pararía.
Tras este tiempo que considero un
verdadero regalo hay que seguir. Seguir en camino y en salida. Sal de tierra le
expresó Dios a Abraham, sal de tu espacio de confort y con esta promesa y
bendición me encamino a un nuevo lugar donde seguro estoy encontraré tanto o
más como me he dejado en los otros lugares. Cuba se abre con una vida y
esperanza enormes. En la diócesis de Cienfuegos ya me esperan amigos, trabajo y comunidades con las que trabajar.
Todo ello suena a esperanza y vida que habrá que amasar. Lo bonito también es
que en toda esta historia, el Dios con nosotros, camina a nuestro lado.