Sor Angela García. Mali
"En los veintiocho años que llevo aquí, esta es la peor situación en la que nos hemos enfrentado en nuestra congregación"
Desde que Francia iniciara su operación militar en Malí contra
las huestes islamistas, el país africano se enfrenta a una crisis política de
difícil salida. ¿El principal afectado? Como siempre, la población civil. Tanto
natural como la extranjera allí instalada. Este es el caso de la monja española Ángela
García, de la congregación de las Religiosas de María Inmaculada y
residente en el país desde hace casi tres décadas. La misionera tuvo que ser
evacuada el pasado lunes junto a otras dos compañeras de Burkina Faso y México
ante el recrudecimiento de la guerra en la localidad norteña de Niono,
a tan solo 300 kilómetros de la capital, Bamako.
«La situación se había vuelto demasiado peligrosa para que continuáramos
allí, así que la Embajada española –a la que la religiosa reitera su
agradecimiento– organizó nuestra salida hacia Segou (de donde está previsto que
sea de nuevo trasladada a Bamako)», relata la hermana a ABC en conversación
telefónica con una enérgica voz que disfraza sus 68 años.
La de Ángela es una más de las historias humanas volcadas en el pozo de desdichas en que se convirtió Malí tras la ruptura del país y la toma del norte por Al Qaida y los yihadistas al amparo de la rebelión secesionista de los tuaregs. Desde entonces el mantra de los islamistas ha sido uno y obsesivo: la única fuente del derecho del nuevo estado sería el Corán desde su lectura más rigorista.
La de Ángela es una más de las historias humanas volcadas en el pozo de desdichas en que se convirtió Malí tras la ruptura del país y la toma del norte por Al Qaida y los yihadistas al amparo de la rebelión secesionista de los tuaregs. Desde entonces el mantra de los islamistas ha sido uno y obsesivo: la única fuente del derecho del nuevo estado sería el Corán desde su lectura más rigorista.
No en vano, la Agencia de la ONU para los Refugiados denunciaba ayer que
los últimos enfrentamientos entre el Ejército regular malí, apoyado por tropas
francesas, y los grupos islamistas vinculados a Al Qaida han provocado la huida
de cerca de 200.000 personas desde el norte del país.
Después de 28 años
«En los 28 años que llevo aquí, esta es la peor situación a la que nos
hemos enfrentado en nuestra congregación. Y eso que hemos vivido dos golpes de
Estado». El pasado marzo, miembros del Ejército malí se amotinaban contra el
Gobierno de Bamako, ante la incapacidad del Ejecutivo para hacer frente a la
rebelión tuareg.
«Los islamistas de Malí no son verdaderos musulmanes. Éstos nos quieren,
y aprecian nuestra labor. Los radicales sólo han provocado el descontento
de la población», destaca la religiosa, natural de Fontanarejo de los Montes
(Ciudad Real). Mientras, eso sí, son los de a pie, musulmanes o cristianos,
malíes o residentes extranjeros, los esquilmados por la guerra.
En la actualidad, hay once españolas de la congregación de las
Religiosas de María Inmaculada instaladas en Malí, donde velan por la
educación y salud espiritual y material de la población malí asistida en cuatro
residencias situadas en Bamako, Segou, Beleko y Niono.
«Tenemos, por un lado,
un centro de niñas internas para familias que no cuentan con recursos
económicos. De igual modo, llevamos a cabo una gran labor educativa en un
centro al que acuden 1.200 jóvenes que, posteriormente, son canalizadas para
continuar el aprendizaje en colegios profesionales. Y contamos con un
dispensario y una escuela de salud», señala la religiosa, quien antes de
despedirse, tan solo nos deja un último ruego: «Pedid por nosotros».