Francisco nace el 7 de abril de 1506 en el
castillo de Javier, cerca de Pamplona (Navarra, España). Su padre, jurista, es
entonces consejero del rey Juan de Albit, su madre pertenecía a la nobleza. Sus
dos hermanos tuvieron parte activa en las guerras que marcaron la infancia de Francisco.
Huérfano a los tres años, Francisco crece en un clima de división y guerras, en su
propia morada sujeta a la tiranía moral y material, de parte del lado navarro
como del castellano. Cuando a los 18 años se firma un convenio de paz, Francisco elige entonces su futuro, continúa sus
estudios de humanidad en la famosa universidad de Sorbona en París. Es aquí
donde, compartiendo su cuarto con Ignacio de Loyola, y después de un camino de
discernimiento mutuo, Francisco es tocado muy profundamente por
una frase de Ignacio de la cual no se olvidará jamás, y que determinaría desde
entonces el rumbo de su vida: "¿de que sirve al hombre ganar todo el mundo
si pierde su alma?". Francisco elige desde ya ganar su alma y la
de muchos.
Martmartu
1534: en compañía de siete compañeros, Francisco pronuncia sus votos
de pobreza, castidad y peregrinación a Tierra Santa, según unos preceptos
estrictos de Ignacio de Loyola.
Así comenzó
la "Compañía de Jesús" aprobada por el Papa. El 24 de junio fueron
ordenados sacerdotes, pero la guerra de Venecia y los Turcos hizo imposible la
realización del deseo de estos apóstoles de ir a Tierra Santa.
Así el 7 de
abril de 1531, Francisco parte para las lejanas tierras de la India
junto con uno de sus compañeros, Llegados a Goa, se ven confrontados a miles de
males entre ellos, la peste. Francisco se dedica a dar confianza y a
descubrir a todos el amor de Dios, a curar y hasta hacer milagros.
Evangelizando jóvenes abre escuelas, colegios, dispensarios, bautiza sin
descansar jamás aceptando por amor miles de sacrificios y llevando a todos a la
oración y a la conversión.
En 1543
vuelve a Goa, y llega a Pesquerías cuando se declaró la guerra entre el reino
de Comorín y el de Travancor. Enfrentándose solo a las fuertes tribus, armado
íntimamente de un crucifijo en la mano y de su palabra, pone fin a la guerra
milagrosamente.
En 1546,
parte Francisco para Amboino, isla en la cual entra hablando y
cantando en el idioma popular como si hubiese vivido siempre ahí. Desde allí
emprende la visita de todas las islas de Oceanía. Después de esta larga
expedición, Francisco decide volver a Goa para encontrarse con sus
compañeros llegados a Europa, asignarles el campo apostólico y prepararse para
llevar la fe cristiana hasta Japón. En Malaca, en el año 1547, se encontró con
Magno, un japonés insatisfecho con la religión que le habían enseñado sus
bonzos(sacerdotes Budistas). Magno invitó a Francisco a ir a predicar
la doctrina de Cristo a sus paisanos. En abril de 1549 emprendió el viaje hasta
Japón junto con su amigo. Adoptando el estilo oriental Francisco conversaba
con el pueblo mientras Magno le servía de intérprete. Después de un año en
Kangoshina, en donde escribieron un catecismo, partió por Yamaguchi y luego
hacia la costa, aguantando miles de pruebas y rechazos. De allí aprovechó la
salida de un barco portugués para ir a visitar las misiones de la India y
preparar su viaje a China. Habiendo aportado un regalo muy rico para el rey de
China, llegó a una isla desierta a 150 kilómetros de Cantón. Era a los fines de
agosto de 1552. Allí Francisco espera en una total soledad y pobreza
una embarcación para entrar lo más directamente posible a la China. Pero se
enfermó y es aquí, a 150 kilómetros de esta tierra tan soñada de China, que
entregó a Dios su alma, el 3 de diciembre.
En estos
tiempos sedientos de conquistas y de poder, Francisco abrió los ojos, los
brazos, y por sobre todo los espíritus, de todos aquellos que recibieron su
mensaje evangélico. Su corazón, madurado por 11 años vividos en el oriente,
acepta y recibe entonces toda diferencia de cultos, de razas, de civilización,
sembrando por donde Dios lo manda, la Buena Noticia del Amor.
El Santo de
la amistad, del compartir, de la apertura a los demás, fue canonizado el 12 de
marzo de 1622, ya declarado patrón de las misiones. Su fiesta se celebra el 3
de diciembre.