Madrid 16 de marzo de 2017
Queridos amigos y amigas:
Por aquí bien g. a Dios; como veis, por la dirección,
actualmente me encuentro en Madrid, en nuestra casa de la calle de la Liebre;
llegue el 7 de marzo para recuperarme y descansar, ya que el 3 de febrero me
operaron en Bobo-Dioulasso de una oclusión intestinal aguda; la verdad que
desde el 20 de enero no estaba en forma y cuando fui al Centro de salud de
nuestra Parroquia, las Hermanas me dijeron que era la fiebre tifoidea o el
paludismo, el caso es que tomé medicamentos durante 8 días pero el 2 de febrero
tenía grandes dolores en el bajo vientre y le pedí al P. Oscar que me llevara a
la Clínica San Leopoldo, allí, enseguida , los médicos me llevaron en
ambulancia al Hospital Universitario para hacerme una radiografía, donde vieron
que era un oclusión intestinal y que había que operarme rápidamente esa misma
noche, de nuevo, vuelta a la Clínica San Leopoldo y allá empezaron a buscar el
cirujano y el equipo que podía operarme; el cirujano, Dr. Benao, vino hacia las
11 de la noche y dio las instrucciones para prepárame para la operación, pero
ésta se haría al día siguiente por la mañana en otra a Clínica, en la Clínica
Exalab, que tenía un buen quirófano y e el Dr. Benao , un chico joven y un poco
bromista me dijo: “que estuviera tranquilo, que yo era el primer blanco que iba
a operar”; la operación comenzó a las 12 de la mañana, me pusieron una máscara
y me dormí, cuando desperté eran las 15:30, estaba en una habitación y veía los
rostros de algunos compañeros y Hermanas al lado mío.
Los días que siguieron a la operación fueron difíciles y ya
que tenía grandes dolores, tenía el vientre muy inflamado, tenía una sonda
gástrica, otra urinaria, la cicatriz
supuraba (eran 26 puntos de sutura los que me dieron) y los doctores me sacaban
líquido apretando mi vientre, si me daban algo de comer o beber lo vomitaba…así
hasta el día 12 de febrero, cuando cambió radicalmente el panorama, empecé a
comer algo, a beber, hacer de vientre, a dar los primeros pasos, etc.
Mi hermano Antonio Damián, vino el 8 de febrero y desde entonces,
fue él quien se ocupó de mi para asearme, acostarme, levantarme, etc.; eso
liberó a los compañeros, ya que al mismo tiempo había otros tres compañeros
enfermos en la casa y que ¡también necesitaban cuidados!.
Los puntos me los quitaron el 23 y el 28 de febrero, día de
Andalucía y de mi cumpleaños, y el 6 de febrero, Antonio y yo cogimos el avión
para Madrid, vía Bruselas.
Normalmente, en julio y agosto de 2017, tendría que haber
venido de vacaciones. Así pues, mis superiores vieron bien que viniera a España
para la convalecencia y las vacaciones; actualmente recupero bien pero sigo
todavía de médicos y el 23 de marzo me harán una colonoscopia.
La verdad, es que nunca había tenido una enfermedad tan
grave y ahora que he pasado por eso veo más claramente lo que pueden sentir
todas esas personas enfermas, algunas son operadas varias veces, otras en fase
terminal, otras con grandes sufrimientos no quieren vivir más…
También deciros que durante mi hospitalización, el 7 de
febrero, un grupo de jihadistas, de Boko Haram o bandidos irrumpieron en casa
de las Hermanas Franciscanas de Karangasso cuando ellas veían la TV después de
la cena. Según la hermana Clara, dijeron que tenían órdenes de matar a todas
pero que no lo iban a hacer y se llevaron a la Superiora, Gloria Cecilia
Narváez como rehén y también la ambulancia Toyota Lan Cruyser que Manos Unidas
nos había financiado en 2001. A cinco kilómetros, al llegar al cruce de
Karangasso, la barrera estaba cerrada y ahí abandonaron el Toyota y siguieron
con las motos.
La gente de la Misión, maestros, enfermeros, …oían que algo
pasaba en casa de las Hermanas, pero creyendo que eran bandidos armados nadie
fue a ver; llamaron a la Gendarmería de Koutiala que llegaron dos horas
después; desde entonces nada se sabe de la hermana Gloria Cecilia, ninguna
pista, ninguna petición de rescate… lo único cierto es que los islamistas o los
bandidos han conseguido que no haya Hermanas en Karangasso que se ocupen de los
huérfanos, de los niños, de los enfermos… y los dos curas africanos que hay en
la Parroquia siguen ahí por el momento, pero no están tranquilos.
Por lo demás, sigo en Bobo-Dioulasso. En enero de 2017, dejé
las cuentas del Sector y también el economato de nuestra casa de acogida; ya
que desde el 1 de enero de 2016 fui nombrado Párroco de la nueva parroquia San
Juan Bautista del sector 25 (barrio de Bobo, donde vivimos)
La nueva parroquia cuenta con comunidades cristianas de base
que son muy dinámicas pero a nivel de infraestructura queda mucho por hacer: la iglesia terminada
pero falta el equipamiento (unos 150 bancos), la gente sigue viniendo a Miso
con sus sillas o taburetes, últimamente un escultor nos hizo la Virgen de
África, un Cristo de 1,50m de altura y el Vía Crucis para la iglesia…todo ha
quedado muy bonito.
La casa parroquial a medio hacer, y faltan los despachos, el
cerramiento de la propiedad, pero lo más urgente es una sala polivalente para
hacer diferentes actividades con los grupos de la parroquia (jóvenes, niños,
hombres y mujeres)
La situación en Burkina Faso es tranquila en las grandes
ciudades pero hay zonas de inseguridad y de vandalismo, sobre todo en las
fronteras y regiones apartadas lo cual ha hecho que la población haya creado
sus milicias de auto-defensa que a veces chocan con los cuerpos de seguridad
del estado.
Que Dios os bendiga y muchas gracias por vuestras llamadas,
correos, y oraciones durante todo este tiempo de mi enfermedad.
Un fuerte abrazo a todos. P. Manuel Julián.