04/04/2017

HUAYCOS DERRUMBES, INUNDACIONES.

Este testimonio del Padre César Caro, nos lo envía nuestra misionera Ana Luisa Segoviano desde  Perú. 

El fenómeno del Niño en la Costa Norte del Perú

La plaza de armas de Trujillo inundada, el centro de Piura hecho un barrizal, casas totalmente anegadas con metro y medio de agua, carros llevados por las corrientes, el Amazonas en niveles críticos, volquetes hundidos en el barro, grupos de vecinos atrapados en azoteas, personas colgadas en arneses, canoas que transportan víveres por las calles de Chiclayo convertidas en piscinas, pueblos enteros arrasados, la panamericana cortada hace muchos días, puentes destruidos, cortes de luz, desabastecimiento de agua (¡!) en todo el país, apagones de la señal de telefonía y de internet, personas desaparecidas y decenas de muertos y heridos. Un desastre de proporciones gigantescas que ha asolado el Perú de horror, desconcierto y tristeza.
Lo que está ocurriendo hace visibles varias cosas. La primera es la gran cantidad de infraestructuras deficientes y viviendas precarias que hay en Perú, con muchísimas familias viviendo en condiciones indignas y en emplazamientos inseguros, y especialmente en la costa, donde están las principales concentraciones de población. Los anuncios pitucos de la tele nos hacen creer en un país medio elegante y semidesarrollado, pero de pronto despertamos y nos topamos con la realidad que siempre intuíamos: que Perú es mucho más pobre de lo que muchas veces se pretende aparentar.

El reverso es igualmente elocuente: los peruanos son líderes en capacidad de movilización para hacer concreta la solidaridad y acudir en ayuda de los damnificados. La acción del gobierno junto con la totalidad de la sociedad civil es impresionante, por su amplitud y su unanimidad. La campaña #UnaSolaFuerza la capitanea el presidente, que se pasa los días en helicópteros y aviones recorriendo las zonas dañadas; ha encargado a cada ministro una región en la que coordinar de la ayuda y la prevención, con el mandato de dejar otros asuntos y dar prioridad al apoyo a las poblaciones afectadas.

Todo está invadido por el impulso a la solidaridad: cientos de horas de  televisión, las páginas de internet, mensajes de texto de PPK en los celulares, los murales de las calles, Lima está repleta de centros de acopio donde se invita a la población a que lleve agua, alimentos, útiles de aseo, medicinas, mosquiteros, calaminas... La cantidad de sacos azules es increíble, hay varias ONGs comprometidas en la tarea. Aquí en Bagua Grande también hemos tenido el Centro de acopio en la Parroquia y dos camiones con toneladas de ayuda salieron ayer para llevar esa ayuda hasta Lambayeque. El Párroco con las autoridades se encargaron de acompañar para sea distribuido  Sencillamente extraordinario.

Pero lo mejor es que han conseguido generar una corriente de fraternidad y unión que a todos nos hace sentir parte de un mismo país, con un destino común y un presente doloroso que exige que cada uno responda. Es una corriente más fuerte que las aguas de las riadas y los lodos de los huaycos, sostenida por el tesón de este pueblo peruano y su mejor cualidad: reinventarse a sí mismo y alzar la cabeza sonriendo a la desgracia y tarareando una marinera norteña.