Damián Diaz. Delegado diocesano de misiones
En medio de esta realidad de muerte que estamos viviendo,
causada ahora de manera especial por una pandemia, pero enquistada desde
antiguo en condiciones de hambre y enfermedades endémicas en los países
empobrecidos, brotando aquí y allá en escenarios de guerra y violencia, y
propuesta por ideologías que buscan “libertades” individuales sin pensar en los
derechos de los más pequeños e indefensos, volvemos a escuchar las palabras de
Jesús: “He venido para que todos tengan
vida, y vida en abundancia” (Jn 10,10)
Él, Jesús, transmitió vida a todos los enfermos,
hambrientos, cansados y agobiados que encontró en su peregrinar por las tierras
de Israel, y finalmente entregó la propia vida para matar la muerte y abrirnos
las puertas de esa Vida que ahora nosotros deseamos llegue y puedan disfrutar
todos los hombres de la tierra.
Por los caminos del mundo, los misioneros llevan esa Vida
donde a veces tiene una mayor presencia la muerte, y donde por ello es más
difícil la alegría y la esperanza. Pero en el Niño Dios se ha manifestado el
compromiso de Dios con la humanidad, y catequistas y misioneros queremos participar
en ese proyecto de Amor y Felicidad para todos.
A los sacerdotes del Instituto Español de Misiones
Extranjeras y a los Catequistas Nativos queremos tener presentes en la Fiesta
de la Epifanía, solemnidad misionera, en la que representantes de toda la
humanidad vienen a adorar al recién nacido Dios-con-nosotros.
A todos queremos ofrecer nuestro apoyo: Oración,
animación, y colaboración económica para el desarrollo de las tareas
evangelizadoras. Seremos generosos con ellos. Con ellos, sembraremos por todo
el mundo la Vida de Jesús, Vida en abundancia.
Un saludo fraterno.