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07/02/2013

INFANCIA MISIONERA EN NACALA.

Angela Chicharro. 
Nacala. Mozambique. 
Desde hace un año formo parte de la Comunidad de misioneros laicos de JMV-MISEVI, en Nacala, al norte de Mozambique, tiempo para descubrir la belleza y también los retos de este rincón de África  Dentro de los proyectos que acompañamos, la infancia y las madres son siempre un pilar fundamental, creo que no es necesario explicar los porqués. De manera, un poco resumida, acompañamos diversos proyectos de atención directa a la infancia. Por un lado están las "escolinhas", un proyecto de educación infantil desarrollado en comunidades rurales de la Parroquia: y, por otro lado, el Proyecto de Integración Infantil Cristo e Vida, este proyecto se inició dando respuesta a menores huérfanos, sin embargo, este año el proyecto va a atender también a niños y niñas en situación de discapacidad. Además de lo social, propio de nuestro carisma vicentino, dentro de la parroquia acompañamos diversos grupos y coordinamos con los responsables de las comunidades para las diversas actividades. 

Hoy, día de los Reyes Magos, ha sido un gran regalo poder compartir y celebrar la Eucaristía en una comunidad llamada Namusso. Ha sido una celebración llena de vida y de fe, cantada y bailada, no podía ser de otra manera. La Infancia Misionera celebraba su día, la capilla rebosaba de niños, niñas y adolescentes. Además dábamos con el sacramento del bautismo, la bienvenida a la gran familia católica de cinco bebés. 

Desde donde estaba sentada miraba a las mamas  a lo papás, a los jóvenes  a los niños... Veía a Susana, de cinco años, la más pequeña del grupo de Infancia Misionera, pensaba  como decía el profeta"Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe..."Y, actualizaba la profecía con el nombre de Susana.


Y eso sera así, Susana llegará a ser un gran jefe...si los adultos, si como Iglesia, ponernos un poco más de empeño. Susana, mujer africana, macúa, del campo...aún niña porque no tiene la edad para hacer los ritos de iniciación y empezar a ser considerada como mujer dentro de su familia; cuando sea mujer, poco después  llegará el matrimonio, los hijos, ir a por agua al pozo, dejar de estudiar...Africana, le tocó nacer en este continente donde la salud es el bien más preciado y el VIH-SIDA y la malaria, acortan injustamente la vida de las personas... Del campo con poco acceso a una escuela de calidad, a un centro de salud, a la posibilidad, sencilla pero complicada, de reflexionar que quiere para su vida y luchar por ello. 
Las mujeres no tienen nada fácil en esta parte del mundo (y en tantas otras), muchas veces tampoco es fácil ser mujer dentro de nuestra iglesia. 

Ser y hacerse valer, escoger, opinar, salirse de los límites, a veces opresores, de la cultura, de la tradición...
Gracias a Dios, en Nacala, hay muchas mujeres que desde la revolución callada del día a día llenas de fuerza y de fe en el Dios de la Vida, sin grandes manifestaciones frente a organismos públicos ni altivos manifiestos, aman y educan a sus hijos e hijas, grabando en sus mentes y corazones la impronta de un futuro mejor, cambiando en lo pequeño, en lo que está a su alcance, regalando nuevas posibilidades y construyendo allá donde viven con su modo de ser, eso tan real y posible del Cielo Nuevo y la Tierra Nueva. 

Iniciemos o continuemos a poner nuestra vida, nuestros pasos con una mirada de lo pequeño y a los pequeños. Preocupémonos, como dice D. Ángel Garachana, Obispo de San Pedro Sula: "Hay una sana preocupación por el futuro que lleva a la vigilancia evangélica y a la responsabilidad presente, que es la única forma de preparar el futuro...". 


Que nuestra vida, nuestras acciones, sentimientos, pasos, miradas... estén llenos de esa vigilancia evengelica y responsabilidad presente, para construir juntos, desde cualquier rincón del mundo donde hagamos caminos, La Utopia del Reino. 
Por tantas Susanas.
Estamos juntos en la misión y en la oración.