
Y son, para nosotros, ejemplo y testimonio de
responsabilidad compartida, de laicado cristiano vocacionado, de compromiso con
la Misión de la Iglesia. Valientes
y generosos, necesitan también nuestra ayuda, sobre todo para recibir una
adecuada formación que les permita realizar eficazmente su tarea.
De todos modos, este protagonismo no nos distrae del
otro objetivo compartido de la
Jornada : sabernos llamados, los sacerdotes diocesanos, a
participar activamente en la
Misión ad Gentes, y apoyar a nuestros Hermanos que están
entregando su vida para que la Luz
de Cristo, manifestada a todas las razas en la estrella de Belén, pueda llegar
a iluminar a todos los hombres.
Que, a pesar de la crisis, no les falte nuestra
oración, nuestra cercanía y nuestra ayuda económica a unos y otros, “testigos de la fe y de la caridad”.