Artículo de José Luis Pereyra para Antena Misionera
(Fotografía de Lucia Trujillo Ruiz.Ganadora Certamen Yo Creo)
(Fotografía de Lucia Trujillo Ruiz.Ganadora Certamen Yo Creo)
Los jóvenes están cansados de doctrinas y de grandes discursos
teológicos. La juventud quiere testigos de la fe, quiere una palabra que le
llegue al corazón, quiere pastores que aporten el brillo de la ternura y el
vigor de una vida sencilla, austera, pobre, solidaria y comprometida con los
problemas del mundo. En este sentido, el papa Francisco abrió la esperanza de
que los jóvenes recuperen la credibilidad en la Iglesia. Así a quedado
demostrado en la última Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Su
encuentro con los jóvenes en Brasil ha puesto de manifiesto un talante
profundamente evangélico. Francisco, con una gran libertad de espíritu, nos
muestra que se puede ser hombre de Dios viviendo la coherencia, la sencillez y
en la cercanía a la gente libre de protocolos.
En los últimos
tiempos la pérdida de práctica religiosa entre los jóvenes españoles ha sido
drástica. Según datos del Instituto juvenil (injuve) de 2011, si en 2002 casi
un 30% de jóvenes de 15 a 29 años se declaraban "católicos
practicantes", en 2010 ya sólo lo declaraban un 10%. Además, un 45% se
declaraban católicos no practicantes apenas un año antes de la JMJ de Madrid.
En algunas regiones la descristianización era peor: según la Universidad Abat
Oliba, en 2006 sólo eran practicantes un 3% de los jóvenes catalanes de 18
a 24 años.
Sin embargo se
mantiene un núcleo fuerte de jóvenes, aproximadamente un 10 o 12% de los que
hay en el país, casi un millón de españoles entre 15 y 29 años que son
practicantes y están convencidos. La mayoría están ligados a nuevos movimientos
y realidades eclesiales, o bien a algunas realidades juveniles de órdenes
religiosas, sobre todo de las educativas. De esas filas y de algunos colegios
religiosos salen, por ejemplo, diez mil que cada año pasan uno o dos meses en
misiones, en el extranjero. De ellos se nutren las parroquias para conseguir
catequistas y, en menor medida, voluntarios de Cáritas.
Ante este
panorama la iglesia debe de hacer su serena autocrítica ante el abandono cada
vez más notorio de los jóvenes porque no es correcto atribuir solo esta crisis
de fe únicamente a la cultura materialista actual. También deberíamos afirmar
sin lugar a duda que se debe a la propia secularización interna. Nadie da lo
que no tiene, o lo que no vive en profundidad. Por eso, uno de los peligros que
se debe evitar los que pastorean al pueblo de Dios es ser camarero y no
comensal, es decir no sentarse al banquete y dedicarse sólo a servírselo a los
demás. El evangelio siempre se anuncia con el ejemplo de vida y en eso los
jóvenes son tremendamente exigentes. El Papa en el encuentro mundial de la
juventud en Río lo señaló sin dejar lugar a ninguna interpretación
contemporizadora.
"Con la
Cruz, Jesús se une a los muchos jóvenes que han perdido su confianza en las
instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción, o que han perdido su
fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos
y de los ministros del Evangelio".
Los jóvenes
saben muy bien distinguir y respetar a los pastores y laicos que viven con
integridad y coherencia lo que anuncian aunque puedan cuestionar algunos temas
referentes a lo institucional y la sexualidad. Solo en la medida que podamos
ser una iglesia misionera, orientada “hacia fuera”, desenclaustrada,
comprometida con la periferia y servidora de los pobres; una Iglesia: “abogada
de la justicia y defensora de los pobres ante las intolerables desigualdades sociales
y económicas que claman al cielo” podremos ganar un espacio de mayor atención y
credibilidad. En otras palabras, viviendo en permanente proceso, de conversión,
porque también nos arrastran los criterios del mundo, hacer todo lo posible
para salir al encuentro de sus inquietudes.
Esta demanda
presenta un desafío enorme porque no hay caminos marcados, todo está por
hacerse, sobre todo en ciertos tópicos como son los que marcan un perfil de una
inmensa cantidad de jóvenes españoles. Quisiera enumerar algunas de estas
características: La confusión de valores donde se exalta el hedonismo, el
materialismo, el consumismo y el individualismo. Un dato que corrobora este
enunciado es el arrojado por el ex Defensor del Menor de Madrid, Pedro Núñez
Morgades, el cual afirma que en 2005, antes de la crisis, un 60% de los jóvenes
admitía ser "consumista" mientras que solo un 20% se definía cono
"trabajador" y apenas un 13% como "generoso". Para la mitad
de ellos, lo más importante era el "ocio" y la "vida sexual satisfactoria".
Estas cifras en los últimos años pueden variar pero nos muestra una tendencia.
Si bien es
cierto que nuestros jóvenes sienten la sugestión de tantos ídolos, no hay que
dejarse desanimar por el mal. El cristiano esta llamado a tener una visión
positiva de la realidad y saber dejarse sorprender por Dios mostrando nuestra
alegría y esperanza que siempre nos acompaña. Pero debemos hacerlo mostrando
con nuestra propia vida caminos inmensamente más significativos.
Es tiempo de
estar abiertos a nuevas experiencias sabiendo que son los jóvenes quienes
principalmente evangelizan a los jóvenes. Por eso a ellos va principalmente
dedicado este sencillo artículo. Me gustaría terminar como comencé trayendo a
la memoria las palabras del Papa dichas en la vigilia de Copacabana y la misa
de clausura de la JMJ: « El Evangelio no es para algunos, sino para todos; no
es solo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, mas acogedores.
Es para todos. No tengan miedo a llevar a Cristo a cualquier ambiente»...
«Chicos y chicas, ¡No se metan en la cola de la historia! ¡Sean
protagonistas!». «No dejen que otros sean protagonistas del cambio. ¡No
balconeen la vida! ¡Métanse en ella con Cristo Jesús!». Vayan hasta a las
periferias existenciales, también a quién parece más lejano, más indiferente.
El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia,
de su amor».El siempre nos acompaña. Pero debemos hacerlo mostrando
con nuestra propia vida caminos inmensamente más significativos.
Es tiempo de
estar abiertos a nuevas experiencias sabiendo que son los jóvenes quienes
principalmente evangelizan a los jóvenes. Por eso a ellos va principalmente
dedicado este sencillo artículo. Me gustaría terminar como comencé trayendo a
la memoria las palabras del Papa dichas en la vigilia de Copacabana y la misa
de clausura de la JMJ: « El Evangelio no es para algunos, sino para todos; no
es solo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, mas acogedores.
Es para todos. No tengan miedo a llevar a Cristo a cualquier ambiente»...
«Chicos y chicas, ¡No se metan en la cola de la historia! ¡Sean
protagonistas!». «No dejen que otros sean protagonistas del cambio. ¡No
balconeen la vida! ¡Métanse en ella con Cristo Jesús!». Vayan hasta a las
periferias existenciales, también a quién parece más lejano, más indiferente.
El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia,
de su amor».