Lo que
más me ha sorprendido de este pueblo es lo agradecidas y cariñosas que son la
mayoría de las personas. No hay mañana que no reciba varios besos y abrazos
al encontrarme con ellas. Está siendo lo más gratificante de todo. Aquí uno
se olvida de la vida ajetreada, tan fría y despegada que llevamos en España,
al menos en las grandes ciudades. No estamos tan acostumbrados a ese contacto
físico, simplemente para demostrar cariño, de la manera en que se vive aquí.
¡Ojalá pudiera llevarme conmigo esos gestos y poder reproducirlos en la vida diaria
allí! La vida en la casa promueve la hermandad. Se desayuna, se come, se
cena, se va a misa, se va al trabajo, juntos. A veces toda la comunidad, en
ocasiones en pequeños grupos según las tareas de cada cual, pero siempre en
comunidad. Aquí la individualidad está suprimida, gracias a Dios. Deberíamos
aprender de lo bueno que tienen nuestros hermanos guatemaltecos y volver a
recuperar lo que en origen nos hace a todos hermanos. Aquí parece posible que
se haga realidad todos los mensajes de fraternidad, amor, solidaridad y
respeto que desde la sociedad occidental se mandan pero hasta ahora sólo he
empezado a creérmelo en este lugar.
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12/08/2014
VOLUNTARIOS EN MISIÓN. GUATEMALA.
Publicado
12.8.14
Por
misiones ciudad real
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Voluntarios Misión