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03/09/2014

ENTREVISTA A SOR CONSUELO, MISIONERA MERCEDARIA EN FILIPINAS.

Entrevista realizada por Javier Fernández Caballero a Sor Consuelo Fernández Higicos.

En la voz de Sor Consuelo va inmersa toda una vida entregada a la Iglesia. Son cosas que se perciben, se palpan palabra a palabra, y, sobre todo, se sienten al escuchar su voz. No pierde la ilusión por la vida ni el recuerdo de aquella joven herenciana que un día decidió dejar todo lo que ofrece la vida para ofrecer esta misma por completo al Señor. La mujer que conoció bien de cerca al Papa Francisco cuando aún era un humilde obispo argentino tampoco deja a un lado la esperanza porque el mensaje del que la Iglesia es testigo en los últimos meses pierda su verdadero sentido…                                                                                                                       
Supongo que el tifón Yolanda sería una de las experiencias más fuertes que has vivido en tu vida, ¿cómo recuerdas el momento del terremoto? ¿Qué fue lo primero que pensaste y, sobre todo, en quién pensaste?
La verdad es que lo vives con mucha tristeza: ves como mucha gente cae, queda sin familia, sin sus pocas posesiones, van aumentando progresivamente los muertos. Ves que tus vecinos no encuentran a su hermano, a sus sobrinos...y familias se enteran que sus seres desaparecen. Unos los reconocen y otros jamás lo ven más. La palabra que mejor define lo que aquel día ocurrió es la impotencia. En esos momentos sólo te introduces mucho en la oración y le pides al Señor mucha fuerza por ese pueblo con una tremenda fe pero con un inmenso dolor.

¿Cuál fue la primera oración que salió de tus labios tras el desastre? ¿Cómo rezaste en aquel  momento?
Pedirle fuerza para ellos, pedir mucha y hacer ver a los demás que esta vida no es la única. Pero, sobre todo, darles fuerza para que, ante tantas perdidas, no pierdan la fe y nunca desesperen.
¿Cómo vive la fe el pueblo filipino tras el desastre? ¿Has notado algún cambio emocional importante en la fe de los que te rodean?
Humanamente hablando ha habido muchos cambios emocionales, pero el pueblo filipino es un pueblo de mucha fe. Es un pueblo en el que el 80% de la población es católica y también sabe sonreír cuando se le presta un poco de alimento o comida: ese gracias y ese rezar al Señor no lo han perdido de vista nunca. Ver esa sonrisa ante una bolsa de comida diciendo gracias es realmente increíble.
A pesar de que tu zona no fue una de las más afectadas físicamente por el desastre, la mella que el terremoto dejó en la población una marca importante, ¿no?
En la zona que yo vivo hubo una solidaridad total, especialmente todas las parroquia nos unimos con Cáritas. Dentro de éstas, todos los grupos parroquiales estuvieron trabajando día y noche para preparar camiones de víveres y ropa. Solidaridad es la palabra oportuna para definir aquellos días del desastre en el que nos tocó ayudar.
¿Puedes narrarnos el día a día desde que ocurrió el fatídico suceso?
En la zona afectada lo viven con mucha esperanza, y en la zona que afortunadamente no hemos resultado afectados lo estamos viviendo con proyectos de ayuda, con proyectos progresivos de misión, con el fin de, sacarles de los traumas nutricionales…
¿Cómo calificarías la ayuda y la repercusión de la Iglesia Mundial, y en concreto la Iglesia española en el vuelco con aquel suceso? ¿Crees que se están implicando lo suficiente?
Ante tanta necesidad nunca es suficiente, pero sí creo que desde las posibilidades que en este momento vive España, lo ha vivido con solidaridad. Caritas ha aportado, la Iglesia española ha aportado y familiares y amigos, desde las posibilidades que han tenido, también lo han hecho. Nunca es lo suficiente ante tanta pérdida, pero yo quiero dar gracias por la gente que ha ayudado, especialmente en Herencia. Gracias.
Y a partir de ahora, un nuevo comienzo. El mundo se ha percatado de la desigualdad social, desgraciadamente, debido a que un desastre natural ha desnudado a toda una nación, ¿se nota el reconocimiento y, sobretodo la ayuda de los países de todo el mundo para con Filipinas?
Creo que sí, se nota a nivel de Cáritas, de parroquias de nuestros pueblos y de algunas entidades como UNICEF. Todos han colaborado, pero especialmente y gracias a la labor de Cáritas, todo se ha hecho un poco más fácil.
La renovación eclesial del Papa Francisco, el don de masas gracias a su carácter humilde y popular, el apoyo incondicional al tercer mundo… ¿se nota en la esperanza del pueblo cristiano filipino? ¿En qué hechos concretos y de la vida diaria observases cambio?
Creo que sí. Lo primero es que él va hacia adelante porque lo vive, porque es por lo que el más pide. Él vive lo que va diciendo de verdad, con hechos y con palabras. Además de con su ejemplo…..cuando era obispo y cardenal lo vivía igual que lo dice ahora. Su ejemplo es verdadero y lo puedo decir porque lo conozco. Está afrontando con mucha valentía lo que realmente no es coherente, y está enfrentando también con mucha valentía la vida de la Iglesia que no es evangélica.
¿Cómo se resume un día cualquiera de una religiosa en Filipinas?
Por ahora el día a día es de mucho compartir con la gente. Mi vida está ubicada en la parroquia, sin embargo todavía me queda mucho por adentrarme porque he tenido que partir aprendiendo dos idiomas: el inglés y el tagalo, que es el idioma oficial en Filipinas. Especialmente en un barrio pobre como el mío la gente que no estudia no sabe inglés. Para asuntos oficiales es importante el inglés, pero para la vida personal con la gente es muy necesario el tagalo.  A nivel pastoral mi vida se adentra con ellos, aprendiendo de ellos para después vivir con ellos la vida de fe. A nivel comunitario, hay unas horas al día que le tengo que dedicar al estudio de los dos idiomas.
Y tu Parroquia, supongo que tendrá unas características especiales, ¿cómo es la forma de vida de los cristianos que la conforman?
Caloocan City es un pueblo cerca de Manila. La gente es muy humilde, sencilla, cariñosa, tienen una vida religiosa práctica muy constante. La Iglesia siempre se llena, todas las misas están repletas y en todas existe una colaboración muy activa: los monaguillos saben quién son en cada una de ellas, los ministros están repartidos, la señora que sale con la bandeja sabe cuál es su función. Además les gusta mucho vivirlo uniformados. Otro aspecto importante de la vida parroquial son los coros, que ensayan horas y horas, formados por jóvenes repletos de una religiosidad popular muy práctica.  Todos colaboran, además, en el dispensario que hay en la Parroquia: familias, jóvenes, padres y madres, abuelos…todos lo sienten como suyo.
Y supongo que su vida personal no será nada fácil para ellos por la injusticia social en que está inmersa Filipinas…
Su carencia de trabajo les hace sufrir bastante, hay pocas posibilidades de trabajo: el arroz y el maíz es abundante, pero no tiene mucho trabajo a lo largo del año. Viven muy al día: hay pocas posibilidades de trabajo, pero los jóvenes nunca pierden la sonrisa.
Qué es realmente lo que pides en cada oración, primero por aquella situación, por aquella comunidad cristiana, por aquellos jóvenes que a pesar de todo no pierden la esperanza en Cristo; posteriormente por tu pueblo, una petición a los herencianos tras el caos vivido en el país en el que desarrollas tu misión…

Creo que la comunidad de Herencia puede ayudar y de hecho ya he expresado mi agradecimiento. Bastantes personas me ayudaron, pero pueden seguir haciéndolo desde sus pequeñas posibilidades económicas y, sobretodo, pueden colaborar con la oración, que es lo más importante. Le pido al pueblo de Herencia que signa siendo solidario, que no desfallezca, porque la mejor lección del pueblo filipino es que necesita muy poco para vivir, pero necesita mucho para construir una familia.