Primer premio YO SOY
UNO DE ELLOS
Natalia Perea Morales. De 10 años. Colegio Maestro Juan de Ávila.
Pedro Muñoz.
Perico Picolisto era un niño rico que llevaba una vida muy
tranquila y cómoda, aislado de muchas de las desgracias del mundo. Un día,
Perico fue al cine a ver un película que le hacía muchísima ilusión, pero llegó
un pelín tarde, justo cuando la taquillera le vendía la última entrada a un
niño con un aspecto muy pobre, que llevaba ahorrando semanas para ver la
película. Al verse sin su entrada, Perico se enojó muchísimo, y comenzó a
gritar y protestar, exigiéndole al aniño que le diera su entrada.
-
¿Por qué
voy a darte mi entrada?. He llegado antes que tú y la he pagado- dijo el
niño
-
Pues…Porque yo soy más importante que tú
¡Mírame!, yo soy rico y tú eres pobre, ¿lo ves? Respondió Peri cargado de
razón.
Entonces apareció un señor muy distinguido, que se acercó a
Perico Picolisto y le ofreció una entrada diciendo
-
Por
supuesto, niño. Tú tienes más derecho que él a ver esta película.
Entonces Perico, con tono ostentoso y soberbio, apartó al
otro niño y entró en el cine. Echó un vistazo alrededor y se sintió muy cómodo
cuando vio que la sala estaba llena de niños ticos como él, y se sentó a
disfrutar la película.
Pero cuando se sentó, se sintió trasportado a la pantalla, y
se convirtió en un personaje más, protagonista de muchas historias. Y en todas
aquellas historias, Perico empezaba con muchísima mala suerte: unas veces sus
padres desaparecían, otras su casa se quemaba y perdían todo su dinero, otras
estaba de viaje en un país del que no entendía el idioma, otras le tocaba
trabajar desde niño para ayudar a criar a un montón de hermanos, otras vivía en
un lugar donde todos le trataban como si fuera tonto o no tuviera sentimientos…
Y en todas aquellas historias, Perico se esforzaba terriblemente por salir
adelante, aunque todo eran dificultades y casi nadie le daba ninguna oportunidad.
Pero igualmente, todas las historias acabaron con un final feliz, cuando un
misterioso personaje rico, sabio y afortunado, le ayudaba a salir adelante y
cumplir sus sueños.
Cuando terminó la película y Perico volvió a encontrarse en
su asiento, estaba asustado. Pensó que la vida real, él siempre había sido de
aquellos que teniendo suerte, nunca ayudaban a crear finales felices. Se sintió
tan mal que estuvo llorando largo rato en su silla…
Finalmente, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, y salió
del cine casi bailando. Estaba contento porque ya sabía a qué se iba a dedicar: sería esa ayuda que necesitan
quienes tienen menos suerte, ¡sería creador de finales felices!
Y mientras volvía a casa dispuesto a cambiar su mundo, vio a
lo lejos al señor distinguido que le había dado la entrada. Era el misterioso
personaje que había ayudado a resolver todas las historias de su película.