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22/10/2015

CON LO QUE CADA UNO SOMOS Y LO POCO QUE TENEMOS, PODEMOS HACER GRANDES MARAVILLAS.

Noelia Ropero. Gam de Alcázar de San Juan.
Hace unos cuantos años, bastantes, después de haber recibido el sacramento de la confirmación, me presentaron el Grupo de Animación Misionera de Alcázar de San Juan, la verdad es que me llamó mucho la atención la gente que lo formaba, a uno de sus miembros lo conocía porque fue catequista en mis años de formación para la confirmación. Pero la fascinación se quedó ahí, pues no me quería separar de mis compañeros, así que me quedé con ellos y seguí mi camino como G.P.J. (grupo parroquial de jóvenes).
Pasaron los años y seguí en los grupos de jóvenes, claro que de mis compañeros solo quedé yo, pero en el grupo había más jóvenes, con los guardo una gran amistad.
Nuestros animadores fueron muchos, uno de ellos era miembro de los GAMs, y nos invitaba a las oraciones semanales que hacían, a convivencias, a colaborar en campañas... Y así fue como poco a poco me vi sumergida  enganchada en reuniones semanales con el GAM, dejé el GPJ, y me metí de lleno en Misiones. En formación, en oración, en campañas, etc...
Pero no fue hasta mi primer campamento Misionero o Escuela de Verano, en el que desperté por así decirlo. Y me pregunté: "Dios mío, ¿qué tengo yo que ver con esta gente?
A mis veinte años conocí a gente mayor, con sus trabajos, asentados en su fe, formados en estudios, luchadores de los derechos humanos de los olvidados, que no se callaban ante una injusticia, y entre todos ellos me sentí pequeña, inmadura e incapaz de poder echar una mano, porque, ¿qué podría hacer yo?
Pero llegaron los testimonios de los misioneros y con ellos una sensación de esperanza, de poder hacer cualquier cosa por difícil que fuera. Porque ellos fueron para mí una fuente de alimento de fe y la imagen que más se acercaba a lo que era Dios para mí: ternura, misericordia, caridad y perdón.
Recuerdo que allí conocí a Belén García, enfermera en Angola, África, y su testimonio me impactó. También conocí a Amadeo Puebla, que se iba a La República Dominicana, a Luis Miguel Avilés, que iba a Tailandia y, que nos enseñó las costumbres de allá a la hora de celebrar la Eucaristía, y que al grupo de jóvenes, que íbamos por primera vez nos encandiló de por vida.
También conocí a Pepe (Jiménez) Escalona, misionero en Nicaragua, y que por causas Dios, con los años pasó a formar parte de mi familia.
Pero fue un monje contemplativo el que me hizo ver, que con lo que cada uno somos y qué con lo que lo poco que tenemos podemos hacer grandes maravillas, a él le confesé mis inquietudes y mis temores y él las supo aplacar con sus humildes palabras.
Seguí en el GAM, empapándome de testimonios misioneros, de formación sobre la misión Ad Gentes durante algunos años más.
Y a día de hoy, debo decir que causé baja durante cinco años por maternidad, pero que tras ese período volví al campamento, y allí recuperé las fuerzas y las ganas. Me sumergí de nuevo en reuniones, oraciones, convivencias, testimonios misioneros y demás.
Como salir de misión para mí era un imposible, pues me busqué algo que hacer, y desde aquel entonces me encargo de llevar un grupo en Facebook llamado "Tazón de Caldo", donde compartir el trabajo de los GAMs de Ciudad Real, acompañar a nuestros misioneros y dar a conocer su gran labor. 
Ahora, también  me hago cargo de parte de las redes sociales de la Delegación de Misiones de Ciudad Real.

Soy Noelia, madre de dos niñas con inquietudes misioneras, y que con la ayuda de mi marido, Javi Jiménez, puedo formar parte de este gran grupo de Animación Misionera,  laica comprometida con la Misión.