Noelia Ropero. Gam de Alcázar de San Juan.
Hace unos cuantos años, bastantes, después de haber recibido
el sacramento de la confirmación, me presentaron el
Grupo de Animación Misionera de Alcázar de San Juan, la
verdad es que me llamó
mucho la atención
la gente que lo formaba, a uno de sus miembros lo conocía porque fue catequista en mis años
de formación para la confirmación. Pero la fascinación se quedó
ahí, pues no me quería separar de mis
compañeros, así
que me quedé con
ellos y seguí
mi camino como G.P.J. (grupo parroquial de jóvenes).
Pasaron los años
y seguí
en los grupos de jóvenes,
claro que de mis compañeros solo quedé
yo, pero en el grupo había
más jóvenes, con los guardo una gran amistad.
Nuestros animadores fueron muchos, uno de
ellos era miembro de los GAMs, y nos invitaba a las oraciones semanales que hacían, a convivencias, a colaborar en campañas...
Y así
fue como poco a poco me vi sumergida enganchada en reuniones semanales con el GAM,
dejé
el GPJ, y me metí de
lleno en Misiones. En formación, en oración, en campañas, etc...
Pero no fue hasta mi primer campamento
Misionero o Escuela de Verano, en el que desperté por
así
decirlo. Y me pregunté:
"Dios mío, ¿qué
tengo yo que ver con esta gente?
A mis veinte años
conocí
a gente mayor, con sus trabajos, asentados en su fe, formados
en estudios, luchadores de los derechos humanos de los olvidados, que no se
callaban ante una injusticia, y entre todos ellos me sentí pequeña, inmadura e incapaz de poder echar una mano, porque, ¿qué podría hacer yo?
Pero llegaron los testimonios de los
misioneros y con ellos una sensación de esperanza, de
poder hacer cualquier cosa por difícil que fuera. Porque
ellos fueron para mí
una fuente de alimento de fe y la imagen que más se acercaba a lo que era Dios para mí:
ternura, misericordia, caridad y perdón.
Recuerdo que allí conocí a Belén García, enfermera en Angola, África,
y su testimonio me impactó. También conocí
a Amadeo Puebla, que se iba a La República Dominicana, a Luis Miguel Avilés,
que iba a Tailandia y, que nos enseñó las costumbres de
allá
a la hora de celebrar la Eucaristía, y que al grupo de jóvenes, que íbamos por primera vez nos encandiló de
por vida.
También
conocí
a Pepe (Jiménez)
Escalona, misionero en Nicaragua, y que por causas Dios, con los años pasó
a formar parte de mi familia.
Pero fue un monje contemplativo el que me
hizo ver, que con lo que cada uno somos y qué con
lo que lo poco que tenemos podemos hacer grandes maravillas, a él le confesé
mis inquietudes y mis temores y él las supo aplacar con sus humildes palabras.
Seguí en
el GAM, empapándome de testimonios misioneros, de formación sobre la misión Ad Gentes durante algunos años
más.
Y a día
de hoy, debo decir que causé
baja durante cinco años
por maternidad, pero que tras ese período
volví
al campamento, y allí recuperé las fuerzas y las ganas. Me sumergí de
nuevo en reuniones, oraciones, convivencias, testimonios misioneros y demás.
Como salir de misión para mí era un imposible,
pues me busqué algo que hacer, y
desde aquel entonces me encargo de llevar un grupo en Facebook llamado
"Tazón de Caldo",
donde compartir el trabajo de los GAMs de Ciudad Real, acompañar a nuestros misioneros y dar a conocer
su gran labor.
Ahora, también me hago cargo de parte de
las redes sociales de la Delegación de Misiones de Ciudad Real.
Soy Noelia, madre de dos niñas con inquietudes misioneras, y que con
la ayuda de mi marido, Javi Jiménez, puedo formar parte de este gran grupo de Animación Misionera, laica comprometida con la Misión.