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15/01/2016

"LA MISERICORDIA ES LA ENTRAÑA DE LA REFORMA DE LA IGLESIA"

Entrevista de Pedro Aliaga Asensio director de la revista Trinidad y Liberación a Pedro Jaramillo .

Pedro Jaramillo Rivas, sacerdote de la diócesis de Ciudad Real  (de la que fue Vicario General) ha sido durante bastantes años uno de los sacerdotes con más visibilidad del panorama español. Su voz ha sido escuchada y requerida, por lúcida y coherente. Sus años en Cáritas Internacional y Cáritas Española (de la que fue Secretario) así lo testimonian. Hace diez años tomó la decisión de marcharse a Guatemala. Allí sigue, al frente de la parroquia San Juan de la Cruz, en la periferia de la Capital, con una feligresía de 100.000 personas, y con muchos proyectos. Es también Vicario Pastoral de la Archidiócesis de Guatemala. Al cumplirse su primera década en Centroamérica, hemos querido que nos cuente su experiencia. Y él nos ha contado, con la pasión que lo caracteriza y con su capacidad de comunicar.

PA. Pedro, muchos de los lectores te recordarán por tu labor al frente de Cáritas Española. Muchos otros tuvimos oportunidad de conocerte más de cerca, cuando fuiste Vicario General de Ciudad. ¿Qué “se te pasó” por la cabeza cuando decidiste cambiar España por Guatemala .
Más que por la cabeza, creo que “se me pasó por el corazón”. Estas cosas, sin no es por corazonadas, no las haces. En mi prolongado tiempo de Cáritas (Roma y Madrid), había visitado muchos países del Sur. Pero, por muy intensas que fueran (¡que lo fueron!), no pasaban de ser “visitas”. Y se me quedó entonces como una especie de “aguijón, que nunca me dejó tranquilo. Le prometí a Dios, me prometí a mí mismo y les prometí a los países del Sur no acabar mi ministerio sacerdotal sin servirlos de manera más prolongada. En que fuera Guatemala, “se juntó el hambre con las ganas de comer”: había venido en misión /Cáritas tres veces por aquí, en pleno conflicto bélico. Me impactó, Y, cuando decidí cambiar rumbo pastoral, pregunté al IEME si en algún sitio necesitaban refuerzo. Comencé una “Suplencia” en Guatemala, que ya ha cumplido 10 años.
P.A ¿Cuál ha sido tu misión en Guatemala en estos años? ¿Qué has encontrado allí?.
Me moví y me muevo en plenas “periferias geográficas”. La suplencia “periférica” de inicio fue cuestión de unos meses. Una “cuasi-parroquia” en los márgenes de la ciudad y con enclaves rurales. Fue una experiencia impactante. Enseguida comprendí qu7e había que hacer “prevención”. Eran demasiados los jóvenes y adolescentes “desequipados”  de todos para poder hace r frente a una sociedad con tantos de ellos (el 70% de la población es menor de 30 años), que parece, no obstante, no necesitarlos para nada. De no necesitados pasan a ser no queridos y de no queridos, a ser marginados, excluidos (el “desecho” y el “descarte”, del que tanto habla el Papa). Y la marginación es caldo de cultivo para todos: violencia, droga, alcohol, delincuencia… Pensé que merecía la pena echar energías por ese camino.
                La dimensión social de mi trabajo pastoral la encaminé por la “prevención del riesgo social de niños, adolescentes y jóvenes”: un programa de “alimentación y refuerzo” de niños/niñas de Primaria, una Casa de Acogida de Jóvenes (en la casa parroquial en la que vivo); este año han sido 49 (Formación Profesional en los Salesianos/curos a través de vuestro Centro de IGER (Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica), formación en Panadería en INTECAP- fines de semana- y prácticas en nuestra Panadería “El Hogar”; más jóvenes y adultos del barrio- unos 100.000 habitantes tiene la Parroquia, 30.000 de los cuales viviendo en barrancos-también en IGER y en el PEAC: “Primaria acelerada”…Y los voluntarios/voluntarias-tanto de España como de aquí- con un lema “lo que sé, eso te enseño”-) Esta es sólo la dimensión social, siempre “trabada” con la celebración y la transmisión de la fe, buscando la sencillez de los esencial en circunstancia humanas muy difíciles de evangelizar. Intentando hacer caso a Francisco: “bajar a la noche sin perderse”.

P.A. Guatemala tiene un alto índice de criminalidad, con miles de asesinatos al año, la mayoría de los cuales quedan impunes. ¿Es un problema que se va solucionando?¿cuáles son las claves de este drama?.
La violencia es asignatura pendiente. Tuve ocasión de hablar una vez en directo con un grupo joven “marero” en situación de intentar la salida. “Por favor, no deje de decir a la gente que no somos malos; es que no tenemos otra salida”, me pidió. Y hace poco me contestaba un adolescente en nombre de todo un grupete de estos alrededores, “colocados” con marihuana (“porque no da para más el bolsillo”): “Por aburrimiento, padre, por aburrimiento”. Les había preguntado yo por qué “malgastaban” su vida.
                El paro juvenil es alarmante. Y en situación de “aburrimiento existencia”, los jóvenes son “carne de cañón”. Para muchos de ellos las “pandillas” son la salida más “razonable”. Es tremendo que la vida no te dé ni el más mínimo resquicio para abrirte camino. Es una losa pesada, tanto que ya muchos ni lo intentan. Un amasijo de frustración anticipada que general “sub-vida”, caldo de cultivo para todo, también  para la violencia. Pero, la juvenil no es la única. En la violencia familiar, el machismo irracional y prepotente no es fácil de dominar; en la violencia social todavía influye el lastre de un largo conflicto bélico (36 años) cuyas heridas no están curadas del todo y que se expresa todavía (sobre todo en el área rural) en los violentos ajustes de cuentas. En todos los casos “la espiral” no es un simple recurso retórico. Es realidad y desafío. Poder decir de verdad y no como ensoñación: “otra vida es posible”.
                Que “algo nuevo está brotando”, lo ha demostrado recientemente el pueblo. Harto de tanta corrupción, se echó a la calle de manera pacífica y masiva. La consigna fue “decapitar” a un gobierno corrupto…Y las dos cabezas más importantes: el presidente y la vice-presidenta están ahora en la cárcel.  Funcionó  el grito del pueblo. Y “milagrosamente” funcionaron las  instituciones. Se abrió una “fundada” esperanza.
P.A Un alto porcentaje de la población guatemalteca es indígena. Tras cinco siglos de evangelización, ¿queda mucho por inculturar el evangelio entre los pueblos indígenas?.
 Ha habido avances, pero aún queda mucho camino. Son 23 lenguas diferentes. Entre los jóvenes que están en nuestra casa hay siete lenguas distintas. Aunque todas sean lenguas mayas, entre ellos tampoco se entienden. Si es mucho más cercana la cosmovisión de todos ellos. Para hacerse entender no basta con tener un idioma común (el castellano). Es preciso que uno mismo se abra a pensar con “otra lógica”. Desde la evangelización, ese paso es más difícil de dar. Ahí es donde te das cuenta de que no basta con tener la biblia traducida al quiché o de poder celebrar en la lengua materna (no es el caso de la capital, donde hay muchos indígenas, pero en estado de dispersión). En las diócesis de mayoría indígena (las hay con más de un 80%), el desafío es impresionante. Yo creo que el gran reto es cómo hacer para que lo que funciona en el subconsciente del “sincretismo popular”, pudiera ser pensado teológicamente desde la convicción de toda cultura puede y debe comprender y expresar el Evangelio desde sus propios parámetros.
Eso sí, sin “fosilizar” tampoco las culturas indígenas. Como toda cultura, también la indígena es una cultura dinámica. No vale estancarla para el disfrute de indigenistas nostálgicos. La cuestión es que avance según sus propios parámetros y o con imposiciones forzadas. Si alguna vez el Evangelio se pudo vivir como “imposición cultural”, hoy está claro- al menos en la teoría- que el Evangelio no es superposición, sino fuerza interior que re-crea permanentemente la cultura y que el mismo se ve enriquecido por la nueva cultura que lo expresa. El “pueblo de muchos rostros”, como define el Papa a la Iglesia “puri-cultural”, está llamado a tener en Guatemala una expresión excepcional. Sobre todo, si somos capaces de asumir y transmitir lo “esencial”, la “belleza”, el “núcleo” del Evangelio. Estoy convencido de que a más “esencialidad evangélica” es más rica la capacidad plural de expresión cultural y más bella la comunión de la diversidad.

P.A Vamos a empezar el Año del Misericordia. ¿Qué significa para ti este año?. Qué quieres vivir y qué quieres predicar sobre la misericordia, en Guatemala?.
De la “sorpresa” por la convocatoria de este Año, he pasado a la “congruencia”. Es congruente poner de relieve la entraña de la reforma de la Iglesia que el Papa está promoviendo. Utilizando el imaginario de la “reconstrucción”, Francisco no puede ser más claro: “La misericordia es la viga maestra de la vida de la Iglesia”. Desde la misericordia de Dios, para mi, en Guatemala, esto supone un esfuerzo convencido de ayudar a superar una corriente imagen distorsionada de Dios.  La influencia de las sectas (muchas de ellas apocalípticas) está extendiendo la idea de que es “más rentable” la imagen del Dios justiciero que la imagen del Dios misericordioso; y que funciona más la imagen del Cristo “Rey de reyes y Señor de señores” que la de Jesús encarnado, amigo de publicanos y pecadores, compasivo, “porque el mismo estuvo rodeado de debilidades”.
                Entre la gente de mi Parroquia, he percibido “miedo” de que este cambio de acentos pueda derivar en una vivencia de la misericordia como “licencia para pecar”…Hemos tenido que recordar que “a quien poco se le perdona, poco ama, si es que lo religioso lo vivimos como actitud y no simplemente como forma exterior. Y en la misericordia que estamos llamados a ejercer (ahí donde nos jugamos la credibilidad), nos vamos a agarrar a la “projimidad samaritana”, porque se hizo prójimo el que “usó con él la misericordia”. La parroquia a la que sirvo es, en su inmensa mayoría, de los que cayeron a la cuneta, víctimas de salteadores. Pero  sabemos también de dificultades para la cercanía y el encuentro. Lo que cantamos como himno, lo queremos llevar a la vida: “ ¡Qué bien, todos hermanos en el sufrir y en el gozar”. Procedentes de todos los rincones del país, con el denominador común de la pobreza, nos falta, sin embargo, la “mística de estar juntos, de mezclarnos, de abrazarnos”, de reconocernos hermanos “n el sufrir y en el gozar”. Somos pobres del pueble; pero no somos “el pueblo pobre” que busca liberación, “mano con mano en el luchar”.
P.A España. Desde tu experiencia en Caritas, y desde lo que sabes de la realidad actual, ¿qué percibes y qué deseas para la Iglesia española en el momento presente, especialmente en su labor caritativa?.
Al interno de nuestro país, que no se globalice la indiferencia. El “eso no va conmigo” es una mala estrategia para “parar de sufrir”. Como secretario de Cáritas Española, procuré en aquellos tiempos compartir la conciencia de que “todos somos responsables de todos”. La urgencia de crear esta conciencia “concernida” me parece que sigue siento tarea de labor socio-caritativa de la Iglesia. Hacer oídos sordos al grito de los pobres es cerrarlos también a la Palabra de Dios. Y el grito se ha hecho fuerte con la crisis y ahora con la llegada masiva de refugiados y emigrantes.
                Tomando la analogía de “la comunicación de idiomas”, de aquél poder decir de Dios lo que se dice del hombre; y del hombre lo que se dice de Dios, cuando miramos a Jesucristo, yo me diría y diaria a cada creyente, mirando a los pobres: “Si hoy escuchas su voz, no endurezcas tu corazón”.

Hoy más que nunca, necesitamos ser “expertos en humanidad”. Una humanidad, hoy “herida y llagada”. Desde lo “compacto” del pensamiento del Papa: “no hay Dios sin Cristo/no hay Cristo sin carne/no hay carne sin llagas”, desearía para cada uno de nosotros y para nuestra Iglesia una teología “cristiana”; una encarnación “llagada”: la casa paterna, las puertas abiertas, el corazón de madre, el hospital de campaña…Ya somos, pero podemos serlo más. La consigna del Papa es clara y exigente: “no dejar nunca solos a los pobres”.