P. Antonio Fernández. Misionero del IEME de la diócesis de Ciudad Real
Soy Antonio
Fernández, misionero de la diócesis de C. Real, a través del IEME. Estoy en
Pedernales, en la frontera suroeste de R. Dominicana con Haití. Es una zona
hermosa, con parques naturales, pero con un alto índice de pobreza. El 70% de
las personas no están bautizadas, aunque creen en Dios. Muchos viven dispersos
por las montañas de la Sierra del Bahoruco.
En la
parroquia tenemos un grupo de misioneras laicas que visitan los barrios,
evangelizan a las familias y les invitan a formar una comunidad cristiana. Ya
hay varias, que aunque pequeñas, son presencia de la Iglesia en sus sectores.
Hace un mes
estoy visitando una comunidad nueva, a dos horas montaña arriba, de Pedernales.
Es en el paraje de los Arroyos, de 1200 msnm a 2300 msnm. Allí la tierra es productiva,
el clima frío en las noches y la gente no tiene una capilla donde reunirse. Por
iniciativa de algunos de ellos han invitado a 4 catequistas de un paraje vecino
de Haití para que les ayuden a formar su iglesia. Ellos vienen caminando 4 km
por los montes, reúnen a la gente, casi todos inmigrantes haitianos que
cultivan la tierra y me han llamado, como sacerdote de la zona para que los
visite y los acompañe.
Se reúnen
entre 100 y 200 personas para celebrar la fe. La mayoría no está bautizada aún,
pero empezaremos catequesis de adultos e infantil, para poder prepararlos.
Estamos buscando un terrenito para una capilla, pues nos reunimos bajo una lona
que nos guarece un poco de las lluvias frecuentes en esa zona.
Todavía en
el 2013 van surgiendo comunidades nuevas, esta es la segunda en este año, en el
extenso territorio de la parroquia de Pedernales. La alegría de los inmigrantes
haitianos de tener una iglesia donde reunirse, orar, recibir la catequesis y
los sacramentos es grande. Ellos participan mucho con sus hermosos y largos
cantos en cada celebración. Desde aquí sentimos
la misión viva de la Iglesia. Cuando consigamos materiales construiremos
una pequeña capilla y la bautizaremos, aún no tiene nombre la comunidad
cristiana incipiente. Cuando viene algún visitante y conoce estas nuevas
comunidades se emocionan con su pobreza, devoción, participación y alegría con
que expresan su fe. Gracias a los que desde lejos sentís la misión de la
Iglesia, la apoyáis con oraciones y algo más. El Señor nos conceda seguir
siendo sus alegres testigos allí donde estemos.