Querida
Familia e amigos:
Os extrañará el título de esta felicitación. Acabamos de
celebrar la Navidad con cien personas que son “sintecho”. Desde las diez de la
mañana hasta las diez de la noche ha estado en nuestra casa. Ayudados por un
buen grupo de voluntarios que los han entretenido, con cantos, juegos, rifas y
otras cosas y otros entretenimientos.
Para muchos de ellos han tenido tres comidas en un día y
han estado con techo. Ha sido una verdadera Navidad. Hemos hecho todo lo
posible para que se sintieran en casa y
lo hemos conseguido. Se veía en las lágrimas que brotaban cuando se despedían.
Entre ellos hay mucha fraternidad y amistad. Me recuerdan
a nuestro Padre Abrahán que contaba estrellas todas las noches. Para ellos el
cielo es su techo mientras esperan un trabajo, una habitación, un médico, una
asistente social, etc.
Todos los viernes y domingos, por la noche, salimos por
las calles del centro de Oporto para llevar cena y algo caliente. Yo no di
todavía ni un café. Me dedico a hablar con ellos, interesarme por sus vidas.
Necesitan amistad, cercanía, que alguien los escuche. Os aseguro que sus vidas
son muy complicadas en sus orígenes y,
al mismo tiempo, sencillas en el presente. Nunca escuché en mi vida ciertas
situaciones y la alegría de ser escuchados por un cura. Poco a poco se van
abriendo cuando palpan el cariño con que son tratados. Una noche, cuando
terminábamos de repartir, uno de ellos paró a todos y gritó: “Gente, quien ha
dicho que Dios no existe, está aquí en estas personas, está presente y nos
cuida como Padre amoroso”.
Creo que en estas personas está la misión “ad gentes”,
son las periferias existenciales de las que habla el Papa Francisco. Y están en
el centro de la ciudad donde siempre pueden pescar algo.
La seguridad es máxima por parte de ellos e
indirectamente, por la policía que hace, de vez en cuando, rondas buscando a
algunos o algunas.
Dos veces
por semana es Navidad para los “sintecho”:
Para Julia que come algo caliente.
Para Alberto que estrena zapatillas.
Para María y Antonio que han encontrado un
techo en una casa en ruinas.
Para Isabel que ha contado al cura su vida
callejera y quiere salir sí o sí.
Para Vera que ha dejado dos hijos en
Madrid.
Cruces y Luces para estas personas que
dejan de contar estrellas cuando
encuentran una salida. La encontrarán? No depende sólo de ellos. Depende en
buena parte de los grandes de este mundo, del salvaje capital y de los que
fueron elegidos para servir al pueblo y luego resulta que se sirven del pueblo.
FELIZ
NAVIDAD PARA TODOS
Y QUE EL NIÑO DIOS NOS COLME DE
TERNURA.
Un abrazo de hermano y fraterno para
todos.
Ramón