Mª Carmen Avilero Nieto.Teatina en Benin.
Lazare debe tener 10 años, pero apenas aparenta los siete.
Lleva en el hospital casi dos años, a veces hospitalizado, a veces como
"residente" en el patio, bajo los mangueros. Siempre acompañado y
cuidado por su madre. Si regresan al pueblo, a dar una vuelta y ver a los otros
hijos, pronto tienen que volver. Lazare es nefrótico, sus riñones no funcionan
bien: se hincha, se cansa, hay que hospitalizarlo de nuevo...
A Lazare lo conocemos todas. es un niño alegre y servicial;
viene todos los días a la escuela de la Pediatría donde ha conseguido llegar a
la multiplicación y a hacer en tiempo record los puzles de 100 piezas; nos
acompaña en la oración: rosario y Vísperas diario, exposición del Santísimo los
domingos...tendríais que verle, todo recogido, sin moverse, como una persona
mayor. Y al terminar la oración nos saluda a cada una en silencio pero con una
gran sonrisa.
En el hospital se ha hecho con un grupo de amigos: Simón
y Yompabo, también nefróticos como él; Abdoulaye que a causa de una caída
y mucha negligencia le han cortado una pierna pero, nefrótico también, la
herida no acaba de cerrar y le cuesta adaptarse a la prótesis; Kadidya , Samira
y Mandi, con problemas de huesos y muchas operaciones en sus cortas
vidas...todos residentes de larga duración, todos amigos.
Hace una semana Lazare ha dado " un bajón" y está
en cuidados intensivos, muy hinchado, con mucha fiebre; sus amigos
reemplazan a la mamá para abanicarle y hacerle compañía.
Ayer el capellán lo bautizó pues la cosa se agravaba por
momentos. Hoy Lazare nos ha dejado. Ahora ya está en el cielo, sin fiebre, sin
calor, disfrutando de su mejor Amigo, aquel con el que hablaba de sus cosas, de
sus sueños; ahora conoce ya, en persona, a su otra mamá, a María que ha
recogido todos sus rosarios y que le ha acogido en sus brazos como solo una
madre sabe hacer.
No es una historia triste. Es la vida del Hospital de San
Juan de Dios. El, Lazare, ha llegado ya a la Vida hacia la que todos caminamos;
nosotros seguimos aquí, luchando por las otras vidas, las de nuestros
pacientes, demasiado pequeños para sufrir, demasiado jóvenes aún para dar el
último paso.
Que Dios continúe ayudándonos en esta tarea difícil, si,
pero bonita; con días duros y con satisfacciones, una vida teatina entregada
con amor aquí donde Dios en su Providencia, nos ha plantado.