Juan Luis y Angela. Misioneros Vicencianos en Bolivia
Queridos amigos de Sur y Sal:
Una vez más escribimos desde
Bolivia para compartirles las últimas novedades.
En los últimos meses han pasado
muchas cosas, el inicio de un nuevo curso escolar, nuevos proyectos que
empiezan, nuevos apoyos… quiero aprovechar de manera especial para dar las
gracias de todo corazón tanto a la Parroquia San Antonio de Villanueva de San
Carlos y al GAM de La Solana, por el apoyo que han dado al Programa Imaynalla
Kasanki. Sabemos que preparar las distintas actividades de animación misionera
conlleva muchas horas de preparación y esfuerzo pero, todo ello, tiene su
recompensa: a muchos niños y niñas se les regala un futuro mejor.
Pero, quizá, lo que más ha
revolucionado nuestra “tranquila” vida, ha sido el nacimiento de África en el
mes de Noviembre del año pasado. A estas alturas, nuestra hija tiene ya seis
meses. Seis meses de muchos aprendizajes, de descubrimientos, de nuevas
preocupaciones y esperanzas. ¡Nunca pensamos que tener un hijo alteraba tanto
la vida!
Ser padres nos hace mirar con
ojos nuevos este “oficio” de la paternidad y la maternidad. Nos hace volver la
mirada a nuestros propios padres y madres: cuántos sacrificios, cuánto amor,
cuánto apoyo incondicional… hemos recibido de ellos y seguimos recibiendo.
Tenemos el mejor espejo en el que mirarnos. Pero no es el único espejo. Hay
otro, o mejor dicho, otros.
Basta estar un poco atentos para
recibir una enseñanza vital, en cualquier momento. Cuando vamos con África por
la Cancha, haciendo compras, o cuando viene alguna mamá al Imaynalla siempre
hay oportunidad para una lección: “Toma hinojo para tener más leche”, “Cuidado
con el sol”, “Mira, si la envuelves así, su espaldita descansa más y está más
calentita”, “Así se cargan las wawas en el awayo”… Estos consejos impagables
son pequeñas cápsulas de sabiduría, casi ancestral.
Pero sobre todo, la vida de
tantas familias bolivianas nos enseñan día a día, desde su ser callado y
discreto. La vida de tantas mujeres (mamás, abuelas, hermanas mayores…)
quienes, con una wawa cargada en su
espalda, otra de la mano, otra correteando unos pasos por delante de ella y
otra en su seno, son ejemplos de
superación, de lucha, de esfuerzos, de esperanzas, de fe… Ellas son verdaderas maestras de maternidad.
“Leyendo sus vidas” se aprenden las cosas más esenciales y más importantes.
Dice el refranero que los niños
vienen con un pan debajo del brazo… acá sería una rica marraqueta paceña. África traía, debajo del brazo, cambio de
horarios, rutinas, menos horas de sueño… pero, también nos traía, fuerzas
renovadas para seguir trabajando para construir un mundo más justo, un mundo
más fraterno. Ojalá sepamos hacerlo bien.
Un abrazo,
Juanlu y Ángela.