Clara Prado Díaz-Santos. Voluntaria en Perú.
Chachapoyas 07/07/2018
Hoy hace una semana que partimos hacia Perú. El sábado
pasado estaba nerviosa preparando todo para coger el tren que me llevaría a
Madrid donde cogería un vuelo de 12 horas a Lima, donde aún tendría que coger
otro vuelo, más otro viaje por tierra hasta llegar, por fin, hasta aquí.
El lugar es precioso y sus gentes de lo más hospitalarias,
el problema somos los occidentales que venimos con nuestras ansias de servir,
ser útiles, y serlo muy rápido. Y aquí, ellos trabajan, se mueven, hablan y son
de otra manera, una más calmada. Aquí trabajo en un puesto hospitalario de un
asentamiento humano a las afueras de la ciudad, donde viene gente de las aldeas
en busca de un futuro mejor para ellos y sus hijos. Una vez que se establece un
nuevo asentamiento con un número importante de habitantes, estos empiezan a
exigir al ayuntamiento que disponga una serie de facilidades como
alcantarillado, luz eléctrica, o un puesto sanitario como en el que me
asignaron a apoyar la farmacia, algunos tienen una cuna (parecido a una guardería)
pero muchos carecen de agua corriente y beben aguas subterráneas que en el
mejor de los casos son cloradas por ellos mismos.
El problema es que la población crece exponencialmente en
las ciudades pero no hay una buena planificación por parte de los ayuntamientos
ni de los gobiernos para gestionar la situación, y no hay suficiente trabajo
para permitir que toda esta población tenga un empleo. Los niños están
escolarizados pero cuando acceden a estudios superiores y consiguen un título
no hay una salida profesional para ellos, de modo que su única salida es de la
aldea a la ciudad. De la ciudad a la capital y de ahí a la utopía que es
Europa.
Y aquí estoy yo, recién llegada empapándome de todo,
disfrutando de lo bonito que es vivir con sencillez, y acercarme a la gente con
ganas de quererlos y que me quieran, y con muchas ansias de ser útil para ellos
en este puesto sanitario, en el comedor que tienen las hermanas o donde me
puedan necesitar, pero nuestra definición de útil, no suele coincidir siempre
con la idea que Dios tiene, así que le pido que me de paciencia para ver poco a
poco cual es mi papel en esta tierra.