03/09/2018

ESCUELA DE VERANO.


Una cincuentena de participantes han asistido este año a la veinticinco edición de la Escuela Misionera de Verano. Un cuarto de siglo ininterrumpido convocándonos para reforzar las motivaciones de nuestro compromiso personal y eclesial, para mejorar la dimensión misionera de nuestra Parroquia, para celebrar agradecidos, los avances del Reino de Dios en el mundo y en cada uno de nosotros, para   conocer y compartir la vida y tarea de nuestros misioneros, para convivir, compartiendo nuestra experiencia cristiana de conversión personal y de acciones transformadoras.
 El tema de estudio ha sido el Ecumenismo. Porque la división y a menudo el enfrentamiento entre las Iglesias, ha sido siempre un problema grande en el trabajo misionero, y porque la presencia de miembros de otras confesiones cristianas en nuestras localidades supone ahora un reto a nuestra labor de animación misionera. Y porque solemos desconocer el origen y los principios de estas confesiones cristianas, necesario a la hora de entablar un diálogo e incluso una colaboración.
 Amadeo Puebla, Delegado Diocesano de Ecumenismo, hizo la introducción y nos puso en situación acerca del Movimiento Ecuménico en los últimos tiempos. Después, los GAM de Valdepeñas,  Alcázar de San Juan y el grupo de Jóvenes Misioneros, Miguelturra y La Solana,  fueron presentándonos la historia y los principios doctrinales de esas diferentes confesiones. La conclusión del último día fue preguntarnos cómo nos interroga a nosotros, y qué podemos hacer para trabajar por el diálogo y el ecumenismo en nuestras comunidades parroquiales.
Las oraciones y celebraciones de la Eucaristía han sido momentos intensos de unión con Dios y con los hermanos.
 También nos ha acompañado el testimonio de distintos misioneros: José Luis Muñoz, Hermanito del Evangelio, natural de Campo de Criptana, misionero en Bolivia; Ana Luisa, Religiosa Trinitaria, misionera últimamente en Perú, antes en África, y José Muñoz, padre mercedario, misionero en República Dominicana, antes en Ruanda y Congo, que han acercado la vida misma de las misiones.

«Que sean uno, como nosotros somos Uno”, pedía Jesús al Padre. Este deseo y oración de Jesús nos interpela: «Aquí estoy, envíame».