Una
cincuentena de participantes han asistido este año a la veinticinco edición de
la Escuela Misionera de Verano. Un cuarto de siglo ininterrumpido convocándonos
para reforzar las motivaciones de nuestro compromiso personal y eclesial, para
mejorar la dimensión misionera de nuestra Parroquia, para celebrar agradecidos,
los avances del Reino de Dios en el mundo y en cada uno de nosotros, para conocer y compartir la vida y tarea de
nuestros misioneros, para convivir, compartiendo nuestra experiencia cristiana
de conversión personal y de acciones transformadoras.
El tema de estudio ha sido el Ecumenismo. Porque la división y a
menudo el enfrentamiento entre las Iglesias, ha sido siempre un problema grande
en el trabajo misionero, y porque la presencia de miembros de otras confesiones
cristianas en nuestras localidades supone ahora un reto a nuestra labor de
animación misionera. Y porque solemos desconocer el origen y los principios de
estas confesiones cristianas, necesario a la hora de entablar un diálogo e
incluso una colaboración.
Amadeo Puebla, Delegado Diocesano de
Ecumenismo, hizo la introducción y nos puso en situación acerca del Movimiento
Ecuménico en los últimos tiempos. Después, los GAM de Valdepeñas, Alcázar de San Juan y el grupo de Jóvenes
Misioneros, Miguelturra y La Solana, fueron
presentándonos la historia y los principios doctrinales de esas diferentes
confesiones. La conclusión del último día fue preguntarnos cómo nos interroga a
nosotros, y qué podemos hacer para trabajar por el diálogo y el ecumenismo en
nuestras comunidades parroquiales.
Las oraciones
y celebraciones de la Eucaristía han sido momentos intensos de unión con Dios y
con los hermanos.
También nos ha acompañado el testimonio de
distintos misioneros: José Luis Muñoz, Hermanito del Evangelio, natural de
Campo de Criptana, misionero en Bolivia; Ana Luisa, Religiosa Trinitaria,
misionera últimamente en Perú, antes en África, y José Muñoz, padre mercedario,
misionero en República Dominicana, antes en Ruanda y Congo, que han acercado la
vida misma de las misiones.
«Que sean uno,
como nosotros somos Uno”, pedía Jesús al Padre. Este deseo y oración de Jesús
nos interpela: «Aquí estoy, envíame».