Misionera comboniana en Isiro R.D del Congo
¿Quién ha oído hablar del movimiento LRA?, ¿o del grupo
armado M23?, ¿o de otro grupo armado autodenominado “Mai-Mai”?... quizás poca
gente, porque la información que se tiene a menudo en los países del norte hace
muy poca referencia a conflictos armados en otras partes del mundo.
Todos esos grupos, y alguno más, existen y “trabajan”,
muy a pesar de la población, en el este de la República Democrática del Congo,
un país inmenso en el corazón de África.
Desde hace años no han dejado nunca de amedrentar la
población creando mil y un sufrimientos allí por donde pasan; pero últimamente,
desde hace unos meses, el este del país es un hervidero de refugiados que huyen
de tanto grupo armado. ¿Quién los gobierna? ¿Quién los sostiene? ¿Qué
pretenden? ¿Qué beneficio sacan de todo ello?... vaya usted a saber, todo son
conjeturas, hipótesis y acusaciones de unos y de otros. En general los medios
de comunicación y el gobierno de la R.D. del Congo acusan directamente altos
gobernantes de Rwanda, que sostendrían el movimiento M23. Otros acusan también
Uganda diciendo que da cobijo a los rebeldes de la LRA. América del Norte también
hace suyas estas acusaciones. Pero entre tanto quienes sufren son los miles de
refugiados que se han visto obligados a dejar sus pueblos para buscar amparo en
los países limítrofes de la zona o en otros lugares más seguros al interior del
país.
Detrás de todo esto la codicia de unos pocos. La R.D. del
Congo es un país inmensamente rico, con minas de oro, de diamante, de coltán,
de uranio…. y eso atrae a sociedades mineras y a particulares que piensan
únicamente en obtener beneficios propios, y si para ello hay que matar, pues se
hace… y si hay que crear guerras, ¡pues se crean! Además se habla de contratos
“secretos” entre gobiernos que no se han respetado, y ahora cada uno defiende
lo que piensa que le pertenece.
Con todo ello el país en general vive una situación de
“inquietud” creciente, porque todo esto se pasa en el este del país, en la
región de los grandes lagos, pero ¿quién te asegura que esa guerra no se va a
extender al resto del país?
En Isiro, la capital de la provincia oriental, al noreste
del país, la sociedad civil ha querido apoyar a tantos miles de refugiados que
huyen cada día de esta guerra sin sentido, y han convocado una manifestación
por la paz. También nosotras hemos participado, caminando con la gente, desde
Mayogo (la zona del mercado) hasta la residencia del alcalde, unos 2 Kms de
marcha, para gritar la impotencia de la población, y la inquietud que reina.
Al final de la manifestación, los representantes de la
sociedad civil, han leído un manifiesto en el que han expresado su inquietud
por el estado de deterioro creciente de todas las infraestructuras básicas de
la región. La zona desde hace mucho tiempo vive postrada en una pobreza
creciente debido a su aislamiento del resto del país. Sin carreteras la zona no
puede establecer un mínimo de comercio y eso empobrece la zona y encarece los
productos.
La gente tenía miedo y, al inicio de la marcha el grupo
era bastante reducido, luego se han ido añadiendo alguna persona más, pero en
conjunto, la manifestación ha sido reducida. ¡No importa! Ahí han estado y ahí hemos
estado con ellos, apoyando, generando confianza. Nuestra presencia como extranjeras
en medio de esa manifestación ha sido vista muy positivamente por la gente, ha
generado confianza y muchos se han unido a nosotros al vernos pasar.
¡Queremos la paz en este país! No una paz de fachada,
sino una paz que nazca de la justicia social. Ese ha sido el grito que hoy, la
población de Isiro, ha querido dejar claro. Y ese grito también lo hacemos
nuestro. ¡La paz, ya!