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22/08/2012


Israel Talavera. Voluntario en Bolivia.

¿Kamisaki?. O como se diría en castellano ¿Cómo estáis?.
Waliki, diría yo, es decir, bien. Nos impresionó este saludo en  “La Paz”, Bolivia, aunque más específicamente en la ciudad de El Alto,  donde nos encontramos Teresa, Nazaret y yo, Israel. Aquí conviven dos lenguas que pasan de generación en generación, el castellano y el aymara, aunque esta última se pierde con el paso del tiempo y con la evolución e industrialización de la ciudad. Esta lengua, al igual que el quechua, proviene de las zonas y pueblos situados en la periferia del altiplano, y procede de tiempos precolombinos.

Para situarnos, al llegar aquí lo primero que nos encontramos es  una ciudad que ha crecido, en unos 20 años, el cuádruple de lo que era antes. También que al  día siguiente a nuestra llegada, nos encontrábamos fatal debido “el mal de altura” o “soroche”. El crecimiento de la ciudad ha sido debido a que la Paz, ciudad cercana y en donde se encuentra la sede del gobierno, aunque no es la capital del país, no podía crecer más ni albergar más ciudadanos que emigraban de las zonas rurales, debido a su situación geográfica (se encuentra situada en un hoyo entre el altiplano y los Andes), por lo que la ciudad de El Alto se empezó a construir en el altiplano.


La rapidez con la que se construyó la ciudad fue tal que hoy día todavía la mayoría de sus calles no se encuentran asfaltadas, solamente las avenidas principales por las cuales pueden llegar a circular cientos de vehículos diariamente, sin señalización y prácticamente sin reglas de circulación.
La principal fuente económica del país no coincide con la forma de vida de sus habitantes, pues la mayoría sobreviven gracias a lo que venden en los distintos mercados de la ciudad, mercados que son ambulantes, aunque no todos.
Por esta razón y para el buen crecimiento y desarrollo de esta ciudad, hace unos años un sacerdote español creó la fundación “Sembrando Esperanza o como se le conoce mayoritariamente “Fundase”. Aquí es donde nos encontramos nosotros ayudando en la medida de lo que podemos con nuestros conocimientos y habilidades. Fundase está compuesta por tres centros infantiles: Virgen de Fuensanta, Beata Piedad y Sagrado Corazón, por un centro de educación y prevención juvenil (Kürmi) el cual visitó hace unos años el Príncipe de Asturias, y que ahora, gracias a las distintas ayudas europeas y el automantenimiento económico que consigue de lo mínimo que se  puede cobrar a sus pacientes está intentando una emancipación de la fundación, y por último, se encuentra también una organización encargada del desarrollo de estructuras físicas de la ciudad para defender así los derechos y deberes de los ciudadanos, Focapaci, entre sus cometidos esta revisar y denunciar las zonas de la ciudad que no disponen de agua potable.
Cada uno de nosotros nos encontramos en un lugar distinto, según nuestros conocimientos, aunque al finalizar el día nos encontramos en la casa que estamos viviendo, junto con el misionero seglar de Ocasha José Adolfo, y David, un boliviano.  Además los fines de semana atendemos la capilla de San Martín de Porres, perteneciente a la parroquia de Jesús Obrero, que lleva un sacerdote murciano y en la que se ha creado una casa vocacional por varios chicos que estudian para ejercer la vocación del sacerdocio.
En la capilla atendemos a los grupos de catequesis y a sus catequistas, al grupo de Ninkas, que es un grupo de chicas jóvenes asociado a la parroquia, preparamos la lectio…e incluso jugamos al waly (boley pero con paredes).
Mi tarea la divido en dos: por las mañanas estoy en el Centro de salud debido a mis estudios de enfermería, junto con las auxiliares de enfermería preparando talleres de educación sanitaria (fluorización, nutrición, peso y talla..) para ir a los distintos centros infantiles y juveniles. Cuando termino en el Centro de salud me dirijo al Centro Juvenil (Kürmi) donde como y empiezo las actividades de apoyo educativo y dinámicas con el turno de la tarde, con el grupo “blancos”, es decir, los más mayores, entre los doce y catorce años.
Mi compañera Nazaret colabora con los diferentes centros infantiles. Apoya en las aulas de bebés porque falta personal. Dos días a la semana está en el despacho de la fundación preparando charlas formativas para las educadoras sobre  ludotecas y psicomotricidad (que se exponen por las tardes cuando termina la jornada laboral) y a la vez intenta hacer dos proyectos para mejorar la situación de las ludotecas y la psicomotricidad en estos centros.
Juntos, hemos realizado un cursillo de formación de monitores en la pastoral educativa y juvenil, dirigido a la preparación y organización de campamentos, ya que les gustaría realizar alguno.
Teresa, mi otra compañera, colabora con el Centro Infantil Beata Piedad en la clase de conejitos, niños y niñas de tres años, en las actividades de manualidades, alimentación, descanso y juegos, así como la realización de un taller de baile en las capillas de San Martín y el Señor de Mayo. También realiza dinámicas de apoyo a los Minkas con el fin de que aprendan a amenizar y aprender, para todos los jóvenes y sus acompañantes.
Hay muchas cosas que nos han impactado, en especial las grandes celebraciones que pueden hacer tanto por cumpleaños como por santos…También lo agradecidos que son. Las comidas etc. Es decir, una cultura variada y distinta de la que no te cansas de conocer en todo su horizonte.
Nuestra labor está acabando, pero podemos decir con  seguridad que nos gustaría volver.