Israel Talavera. Voluntario en Bolivia.
¿Kamisaki?. O como se diría en castellano ¿Cómo estáis?.
Waliki, diría yo, es decir, bien. Nos impresionó este saludo
en “La Paz ”, Bolivia, aunque más específicamente en la
ciudad de El Alto, donde nos encontramos Teresa, Nazaret y yo,
Israel. Aquí conviven dos lenguas que pasan de generación en generación, el
castellano y el aymara, aunque esta
última se pierde con el paso del tiempo y con la evolución e industrialización
de la ciudad. Esta lengua, al igual que el quechua,
proviene de las zonas y pueblos situados en la periferia del altiplano, y
procede de tiempos precolombinos.
Para
situarnos, al llegar aquí lo primero que nos encontramos es una ciudad que ha crecido, en unos 20 años,
el cuádruple de lo que era antes. También que al día siguiente a nuestra llegada, nos
encontrábamos fatal debido “el mal de
altura” o “soroche”. El crecimiento de la ciudad ha sido debido a que la Paz , ciudad cercana y en donde
se encuentra la sede del gobierno, aunque no es la capital del país, no podía
crecer más ni albergar más ciudadanos que emigraban de las zonas rurales,
debido a su situación geográfica (se encuentra situada en un hoyo entre el
altiplano y los Andes), por lo que la ciudad de El Alto se empezó a construir
en el altiplano.
La
rapidez con la que se construyó la ciudad fue tal que hoy día todavía la
mayoría de sus calles no se encuentran asfaltadas, solamente las avenidas
principales por las cuales pueden llegar a circular cientos de vehículos
diariamente, sin señalización y prácticamente sin reglas de circulación.
La
principal fuente económica del país no coincide con la forma de vida de sus
habitantes, pues la mayoría sobreviven gracias a lo que venden en los distintos mercados de la ciudad, mercados que
son ambulantes, aunque no todos.
Por
esta razón y para el buen crecimiento y desarrollo de esta ciudad, hace unos
años un sacerdote español creó la fundación “Sembrando Esperanza” o como se le conoce mayoritariamente “Fundase”. Aquí es donde nos
encontramos nosotros ayudando en la medida de lo que podemos con nuestros
conocimientos y habilidades. Fundase está compuesta por tres centros infantiles: Virgen de Fuensanta, Beata Piedad y Sagrado Corazón, por un centro de
educación y prevención juvenil (Kürmi)
el cual visitó hace unos años el Príncipe de Asturias, y que ahora, gracias a
las distintas ayudas europeas y el automantenimiento económico que consigue de
lo mínimo que se puede cobrar a sus
pacientes está intentando una emancipación de la fundación, y por último, se
encuentra también una organización encargada del desarrollo de estructuras
físicas de la ciudad para defender así los derechos y deberes de los
ciudadanos, Focapaci, entre sus
cometidos esta revisar y denunciar las zonas de la ciudad que no disponen de
agua potable.
Cada
uno de nosotros nos encontramos en un lugar distinto, según nuestros
conocimientos, aunque al finalizar el día nos encontramos en la casa que
estamos viviendo, junto con el misionero seglar de Ocasha José Adolfo, y David,
un boliviano. Además los fines de semana
atendemos la capilla de San Martín de Porres, perteneciente a la parroquia de
Jesús Obrero, que lleva un sacerdote murciano y en la que se ha creado una casa
vocacional por varios chicos que estudian para ejercer la vocación del
sacerdocio.
En
la capilla atendemos a los grupos de catequesis y a sus catequistas, al grupo
de Ninkas, que es un grupo de chicas
jóvenes asociado a la parroquia, preparamos la lectio…e incluso jugamos al waly (boley pero con paredes).
Mi
tarea la divido en dos: por las mañanas estoy en el Centro de salud debido a
mis estudios de enfermería, junto con las auxiliares de enfermería preparando
talleres de educación sanitaria (fluorización, nutrición, peso y talla..) para
ir a los distintos centros infantiles y juveniles. Cuando termino en el Centro
de salud me dirijo al Centro Juvenil (Kürmi) donde como y empiezo las
actividades de apoyo educativo y dinámicas con el turno de la tarde, con el
grupo “blancos”, es decir, los más mayores, entre los doce y catorce años.
Mi
compañera Nazaret colabora con los diferentes centros infantiles. Apoya en las
aulas de bebés porque falta personal. Dos días a la semana está en el despacho
de la fundación preparando charlas formativas para las educadoras sobre ludotecas y psicomotricidad (que se exponen
por las tardes cuando termina la jornada laboral) y a la vez intenta hacer dos
proyectos para mejorar la situación de las ludotecas y la psicomotricidad en
estos centros.
Juntos,
hemos realizado un cursillo de formación de monitores en la pastoral educativa
y juvenil, dirigido a la preparación y organización de campamentos, ya que les
gustaría realizar alguno.
Teresa,
mi otra compañera, colabora con el Centro Infantil Beata Piedad en la clase de
conejitos, niños y niñas de tres años, en las actividades de manualidades,
alimentación, descanso y juegos, así como la realización de un taller de baile
en las capillas de San Martín y el Señor de Mayo. También realiza dinámicas de
apoyo a los Minkas con el fin de que
aprendan a amenizar y aprender, para todos los jóvenes y sus acompañantes.
Hay
muchas cosas que nos han impactado, en especial las grandes celebraciones que
pueden hacer tanto por cumpleaños como por santos…También lo agradecidos que
son. Las comidas etc. Es decir, una cultura variada y distinta de la que no te
cansas de conocer en todo su horizonte.
Nuestra
labor está acabando, pero podemos decir con seguridad que nos gustaría volver.