Testimonio de la hermana Angela García, misionera de María Inmaculada en Mali, para Manos Unidas
La hermana Ángela no lo duda: “Nosotros no vamos a marcharnos de
Segou. Hemos hecho una opción por estas personas y por nuestra cabeza no pasa
irnos de aquí”. La religiosa española tiene todas sus esperanzas puestas en su
querido pueblo de Malí. “Los malienses no van a permitir una guerra. Nosotros,
que vivimos de la fe, tenemos confianza en que van a lograr que todo se
arregle”.
Ángela está recién llegada de Malí. Allí vivió, el pasado mes de
marzo, el derrocamiento del presidente Turé; el reciente ataque al presidente
de transición; el éxodo de miles de personas que huyen del norte en busca de
sustento; la declaración del Estado Independiente de Azawad por parte de los
independentistas radicales Tuareg y de los miembros de AQMI (Al Qaeda en Magreb
Islámico)… Acontecimientos, todos ellos, que parecen abocar al país africano a
una intervención militar. Es necesario recuperar, antes de que sea tarde, el
poder en el maltrecho norte y la estabilidad en todo el país. “Pero en Malí no
va a haber una guerra civil”, nos repite. La mayoría de los países de África
apoyan al gobierno, excepto Nigeria y Mauritania, donde sientan sus bases los
grupos islamistas radicales. Mientras tanto, por su parte, soldados franceses
entrenan a la población para el enfrentamiento. Y ellos, los misioneros,
acompañarán a su pueblo en su destino. Ya llevan vividos dos golpes de estado
en muy poco tiempo –el de Turé y el ataque al presidente interino, Dioncounda
Traore, en el propio palacio presidencial en Bamako. “Le abrieron la cabeza a golpes.
No entendemos cómo pudieron entrar en el palacio y hacer eso…”. “Nos dijeron
(nuestras superioras) que teníamos que irnos. Pero yo no quería abandonar a la
gente. Yo quiero obedecer, tengo voto de obediencia, pero no me quiero ir”. Y,
por ahora, allí sigue, pensando mil y una formas de ayudar a su gente, a sus
vecinos.
En el norte del país reinan el caos y el miedo. “Ya han empezado a separar a los niños y a las niñas en las escuelas. Se ha prohibido la música y el fútbol”.
En el norte del país reinan el caos y el miedo. “Ya han empezado a separar a los niños y a las niñas en las escuelas. Se ha prohibido la música y el fútbol”.
Recientemente los hemos visto destrozando el patrimonio de Tombuctú, en unas imágenes que recordaban a la voladura de Budas de Bamiyan en Afganistán de los talibanes. Los yihadistas de Ansar Dine y del Movimiento por
Y mientras, la gente sigue huyendo de ese caótico norte “más por la falta de comida que por miedo”. A Segou, que está situada en el centro del país, a casi
A pesar de todo lo que ha contado, la hermana Ángela confía tanto en Malí y en su pueblo, que ha venido a Manos Unidas a pedir apoyo para la construcción de unas aulas en un centro escolar. Y de paso nos deja caer que tiene que terminar de vallar el Jardín de Infancia, que los niños son pequeños“y es un peligro”. Puede que esta haya sido la primera vez en toda la charla que haya pronunciado estas palabras.
Porque Ángela confía en retornar a Malí en septiembre. Sabe que allí los religiosos cuentan con el apoyo de la población. Los Malíenses muestran un “respeto profundo a las comunidades religiosas y a la labor de los misioneros”. Tan es así que, tras el ataque a Traoré, el pueblo pedía gritando que nombraran presidente interino ¡al obispo!