D. Anastasio Gil.
Director Nacional de OMP.
El mural Iglesia en Misión publicado por OMP para este verano
de 2012 lleva como lema: ¿Voluntario? Sí y misionero”. Tiene como trasfondo los
cientos de laicos que durante este tiempo de vacaciones, después de una adecuada
preparación, parten como voluntarios a un territorio de misión. Son conscientes de la pobreza de su
aportación, pero su disponibilidad les capacita para llenarse de realidades
hasta ahora desconocidas por ellos.
Vale la pena contemplar el mural. Abajo unos pares de zapatos
o zapatillas, que evocan el carácter itinerante del voluntario: estar
disponible para partir adonde se le necesite. Esto contrasta con el ambiente “sedentario”
de quien convierte sus vacaciones en un simple estar consumiendo las ofertas
del momento. En la parte superior, el mapa del mundo, levemente insinuado,
desvela que para el auténtico voluntario
no existen fronteras. Cuatro fotografías
de jóvenes, en plena actividad de voluntarios, son la expresión de la
solidaridad, con un denominador común: la sonrisa y la cercanía con los más
débiles.
A la vez, el lema precisa un rasgo específico de este sector
del voluntariado: su compromiso misionero. Junto a los miles de jóvenes que
entregan su vida o, al menos, parte de su tiempo a una actividad solidaria, el
voluntario misionero lo hace porque siente que es enviado por Jesús.”¿Comprendéis
lo que he hecho por vosotros lo que he hecho con vosotros?...para que lo que yo
he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn 13,12,15),dijo el Señor
después del lavatorio de los pies. El voluntario misionero convierte así su
compromiso de ayudar al prójimo y de hacer presente la justicia entre los más
pobres, su colaboración en la instrucción en los pueblos más recónditos y su
asistencia médica en lugares remotos en una actividad misionera en la que, con
estos gestos, hace presente el Evangelio.
El concepto de voluntario no puede quedar, sin embargo,
reducido a quienes ofrecen parte de su tiempo a otros, sino que alcanza su
máxima expresión en los que hacen entrega de la totalidad de la vida a los más
necesitados, anunciándoles el Evangelio e impulsando acciones de promoción
social a favor de los más empobrecidos. Estos son los misioneros. El Santo
Padre, en el Mensaje para la próxima Jornada Mundial de las Misiones, hace
explícita mención de esta disponibilidad para ir a ayudar a otras Iglesias más
jóvenes. Esto es “signo de fe que se transforma en caridad”. Así lo hacen
sacerdotes, religiosos y religiosas del todo el mundo, pero también numerosos
laicos y hasta familias enteras, que dejan sus paises de origen” y se van a
otras iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo”.
La entrega total del voluntario misionero sigue siento,
además, ejemplo para quienes han recibido el don de la fe.” Se trata como dice
Benedicto XVI- de una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad
entre las iglesias, para que cada hombre pueda escuchar o volver a escuchar el
anuncio que cura y, así acercarse a los sacramentos, fuente de la verdadera
vida”. Y Dios, que no deja de ganar en generosidad, sorprende al voluntario con
la luz necesaria para el discernimiento de su vocación. ¡Cuántos han
descubierto su vocación misionera en la experiencia de un voluntariado laical y
misionero!.