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15/10/2013

EN EL DOMUND, AYUDA A LOS MISIONEROS.

 Hna. Antonia Sánchez Morocho, misionera comboniana en Uganda. ¡No te pierdas este testimonio!.
“El hombre (la mujer) de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle.”
 
Empiezo mi testimonio misionero con estas palabras del mensaje del Papa Francisco para la Jornada Misionera Mundial de este año porque mi servicio misionero en Uganda desde Enero de este año se ajusta a estas palabras como “anillo al dedo.”
Ya pasó para mí el tiempo de la actividad misionera de primera línea, por llamarla así. En mis 25 años en Africa, 13 en Uganda, 12 en Mozambique, he vivido mi vocación misionera a tope, en el campo de la educación de jóvenes, formación de catequistas, animadores de comunidades cristianas y formación de seminaristas y religiosas de las Iglesias locales.
Ahora me encuentro en un Centro de Espiritualidad cerca de Kampala, capital de Uganda. ¿Y que hago aquí? ¿No debería una misionera estar por ahí fuera anunciando el Evangelio? Como digo mas arriba, eso es lo que he tratado de hacer por muchos años, ahora mi anuncio del Evangelio toma una forma mas “calladita” pero creo que no por eso menos eficaz. Y aquí entran las palabras del Papa. Promover, facilitar ese encuentro con Cristo que ilumina “con luz fuerte” el camino de las personas es mi misión ahora. En este centro, llamado “St. Daniel Comboni Retreat Centre” coordino y organizo, junto con mi comunidad,
Ejercicios Espirituales y laboratorios de formación espiritual y humana para sacerdotes, religiosas/os y seglares. Acuden al Centro personas de todas las edades y el testimonio de la experiencia es asombroso. Algunas frases que escuchamos cuando acaban los Ejercicios: “Me voy una persona diferente de la que vine; Cristo ha dado un nuevo rumbo a mi vida”; “En estos dias la Palabra de Dios me ha llegado al corazón”; “Veo mi vida y mi futuro con una luz diferente”...

Oir estas palabras y ver las caras radiantes de felicidad de estas personas confirma, sin lugar a dudas, que el encuetro personal con Cristo es la unica experiencia que ilumina nuestro peregrinar en este mundo y da sentido a toda nuestra experiencia humana y cristiana.