Los dos
años anteriores fuimos los pioneros al crear una iniciativa de este tipo aquí,
en la ciudad de Isiro, al Norte de la República Democrática del Congo. La gente
lo había apreciado mucho y nos animaban a realizarlo más a menudo. Era
realmente interesante, pero nosotros estábamos convencidos de que aquello se
quedaba pobre, puesto que éramos solamente nosotros los que organizábamos esa
actividad. Había que invitar a otros grupos para colaborar juntos y realizar
algo nunca visto por aquí, en Isiro, y casi, me atrevo a decir, algo nunca
visto en ningún lugar de este país, la R.D.C.
Nos
pusimos en marcha y contactamos otros grupos, realizamos diferentes encuentros
para organizar todo… y ¡listos, pues, para la fecha del 16 de junio! Éramos
conscientes de que la fecha no era la mejor, pero teníamos que arriesgar.
Quisimos
cambiar el lugar de la exposición respecto al de años anteriores. Elegimos el
centro de la ciudad, en un cruce por donde pasa todo el mundo. El alcalde de la
ciudad, se sorprendió cuando fuimos a verle y exponer nuestro proyecto. Pero
desde el inicio él nos apoyó en todo momento y agilizó todos los trámites
burocráticos.
Los
días que precedieron el 16 de junio nos dedicamos a sensibilizar la población a
través de la radio, los contactos personales, hojas de información, etc. ¡Cuántos
kilómetros en moto para ir de un lado a otro en la ciudad!
El eslogan
que habíamos elegido era: « Buku
moko, na maboko », en lingala, que quiere decir « Un libro
siempre en la mano », para significar la importancia de la lectura cada
día.
El día 16 salimos de casa a
las 6h de la mañana, para montar la caseta. Nos llevó tiempo y energías. Cada
grupo organizaba su caseta tal y como lo consideraba mejor y exponía su
material. Ya, desde muy temprano, cuando iniciábamos a penas a sacar los
libros, la gente venía a vernos, sorprendidos, de una tal actividad tan pronto,
a las 7 de la mañana. Se paraban para ver y comprar algún libro que llevarse al
trabajo. ¡No se sabe nunca lo que va a pasar!.
Éramos
cuatro grupos: una ONG (AFIA-Salud), la librería de la diócesis, una escuela
que dispone de algún que otro material (Escuela IMI) y nosotros, el grupo de
Animación Misionera de la parroquia. Era realmente interesante vernos todos
juntos por una misma causa. ¡Difundir la pasión por la lectura!
Hacia
las 12 del mediodía el cielo se puso negro y temíamos lo peor: la lluvia.
Efectivamente esta hizo acto de aparición con mucho ruido. Tuvimos que proteger
todo con rapidez para evitar que los libros se estropearan. La gente
desapareció al instante. Pero por suerte para nosotros, la lluvia no duró mucho
tiempo y enseguida la gente regresó a visitar las casetas como si no hubiera
pasado nada. Quienes venían se sentían a gusto visitando las diferentes
casetas, mirando y comprando uno o varios libros.
Fue un
día de alegría, de entablar amistades, de conocer a gente… un día simplemente
de fiesta, teniendo como punto en común, ¡un libro a la mano! Y a esta fiesta
nos invitaba la música que nos animó durante todo el día.
Fue un
día de alegría, de entablar amistades, de conoc er a gente… un día simplemente
de fiesta, teniendo como punto en común, ¡un libro a la mano! Y a esta fiesta
nos invitaba la música que nos animó durante todo el día.
Al caer
la tarde estábamos bien cansados, pero muy satisfechos por esta iniciativa.
También por tantas personas como habían pasado a saludar, a contactarnos, a
interesarse por los libros… Creemos que vale la pena arriesgar por actividades
nuevas y sobre todo por la promoción de la lectura, puesto que ello quiere
decir promover la cultura y formarse a sí mismo.