Es difícil transmitir lo que uno
siente cuando trata de dar a entender esa actitud de agradecimiento, esa
expresión de relación con Dios unido a los demás hermanos que a uno le rodean y
que le ayudan mucho a tener ese sentimiento tan bonito y tan bueno.
Todas las mañanas cuando me
despierto siempre sale esa expresión de ¡GRACIAS!, dirigida hacia Dios. Pero de
momento se hace como una imagen en mi cabeza donde aparece el regalo de la
vida, la familia en la que he nacido, mis padres, mis hermanos, la gente con la
que he convivido en mi pequeño pueblo, las personas que me han ido orientando
en la opción de mi vida, los ratos que he pasado y que paso con mis amigos y
amigas, las personas que te hacen posible el ir desarrollando toda tu entrega,
que te facilitan y te hacen la vida agradable; también está en esa imagen los
momentos que no son tan dulces y que te ayudan también a vivir esa actitud de
agradecimiento. Como ven se presenta toda la trayectoria de mi vida, de mi
historia personal desde que nací hasta este momento que estoy viviendo en Cuba.
Y aquí en Cuba doy gracias por la vocación que Dios me ha regalado, por los
dones que ha puesto en cada persona con la que convivo cada día, que son
situaciones difíciles, situaciones en las que diariamente se están esforzando
por tener una vida más digna; por los niños y niñas que están en mi vida, que
uno ve que con poca cosa se contentan y viven felices, por los mayores que con
sus ojos ya apagados pero brillantes te brindan toda su vida, y en medio de su
necesidades siempre tienen esa mirada de amor, de agradecimiento. Y en todo
esto no olvido que está Dios con ese amor que nos tiene y que quiere que lo demos
también a los demás en el transcurso del día, de cada momento, sin pretensiones
grandes, sino el vivir cada momento con esa intensidad de entrega generosa,
desinteresada y puesta en las manos de Dios que tanto nos ama.
Así va transcurriendo lo cotidiano,
y cuando llego a la noche recupero esa imagen que les decía al principio, pero
ahora le añado todo lo vivido en el día, los momentos que han sido agradables
junto con las personas que he compartido, pero también los que no han sido tan
agradables junto con las personas que no
he sabido expresarles esa actitud de agradecimiento, y brota de nuevo ese
sentimiento de sentirme acogido por Dios, de estar seguro de su perdón y de
agradecerle todo lo que he vivido durante el día. Termino siempre con la
oración del Padre Nuestro y el Ave María siempre en actitud de agradecimiento.
Esto es lo que puedo decirles
sobre mi experiencia de dar gracias a Dios, que siempre va muy unido a lo
cotidiano, a lo vivido en cada momento. Por eso quiero darles las gracias a
ustedes también porque también son parte de la vida que uno realiza en estas
tierra y se siente la cercanía de tanta gente que vive su fe en sintonía con lo
que uno vive.
¡GRACIAS!
Javi, pasionista, La Habana. Cuba