Mª Prado Fernández Marín. Misionera Comboniana en RD. del Congo.
El lema de este año: “Sal de tu tierra”, me recuerda
directamente lo que llevo viviendo desde hace ya muchos años, ese estar fuera
de tu país, siempre con la maleta, siempre de un lado a otro… ¿por qué?...
simplemente por fidelidad. Esas palabras van unidas en mi caso a las de “¡Ve y
anuncia!”, son las de Jesús cuando después de resucitar le dice à María
Magdalena ¡“vete donde mis hermanos y diles…!” (Jn 20, 17). La llamada del
Señor cambió mi vida, yo entendí que tenía que “salir” para seguirle y eso es
lo que intento hacer día a día.
En mi caso ese salir iba unido (y lo sigue siendo) al
deseo de trabajar por el desarrollo, de darme con el fin de que otros puedan
vivir una vida mejor, y eso para mí, en aquel momento se realizaba en África,
donde me parecía que había más necesidad de un trabajo social de promoción de
la persona. La fe sin un compromiso concreto no tiene sentido.
Conocí a las Misioneras Combonianas y me atrajo la
personalidad de Daniel Comboni, su fundador, quien tuvo un lema muy concreto en
su vida: “Salvar África a través de África”. ¡Eso era lo que yo quería!.
Llegué al Chad, en el año 1986, cuando tenía 26 años.
Allí trabajé durante 14 años. En distintos periodos he trabajado también en
España y en Italia. Después de un breve paso por Haití me mandaron a la
República Democrática del Congo (RDC) donde estoy desde finales del 2010.
Salir de lo que uno conoce, de lo que se tiene apego y
se quiere cuesta mucho, y aunque te haces mayor ese salir es siempre muy
doloroso. Pero bueno, se sabe que es así y que se hace por amor. También se
experimenta una libertad interior muy grande.
Cada uno tiene que “salir” desde la situación en que
se encuentra, pero yo invito también a salir del país, a darse a otros en otras
culturas, en otros contextos. No todo el mundo podrá hacerlo por las exigencias
que cada uno tiene en la vida, pero siempre hay alguien, joven o adulto, capaz
de vivir este “salir” de un modo concreto y tangible. Eso cambia tu mundo de valores, tus expectativas,
tu modo de comprender y de vivir la vida…. Cambian muchas cosas, ciertamente,
pero ¡Vale la pena!