Carta Don Gerardo Melgar a los misioneros y misioneras con motivo del Día del Misionero Diocesano.
Pocas frases pueden definir mejor la identidad del misionero,
de la misionera, que esta: “Nacidos de la
misión para la misión.”
Nacidos de la misión porque el misionero nace de la misión
de la Iglesia que cumpliendo aquel envío de Cristo “Id por el mundo entero y predicad el evangelio”, hace llegar ese
evangelio, esa Buena Nueva de Jesús al corazón de cada uno de nosotros a través
de su palabra que llego a nosotros a través de los sacerdotes, de la
catequesis, de la educación y el testimonio de la vida de nuestros padres y de
tantos y tantos medios como el Señor pone en nuestro camino para que
descubramos que merece la pena ser sus seguidores.
A medida que
vamos descubriendo el seguimiento de Jesús como algo que llena nuestra vida y
la plenifica totalmente, en esa misma medida empieza a resonar en nuestro
corazón como dirigido a cada uno de nosotros como algo que tenemos que vivir y
hacer nuestro el envío del Señor:” Como
el padre me ha enviado, así os envío yo, recibid el Espíritu Santo…”(Jn
20,21-22).
El Papa Benedicto XVI en la proclamación del “Año de la fe
decía que la fe era un gran tesoro y un
gran regalo de Dios, pero que no nos lo daba para que nos aprovecháramos
personalmente, sino para que fuéramos capaces de transmitirlo a los demás.
Cuando uno va descubriendo a Jesús, lo va amando y haciéndose
su discípulo por medio de distintos medios y personas que el Señor ha puesto en
nuestro camino para que esto fuera así, entonces, vamos descubriendo que
nuestro seguimiento además de hacerlo personalmente, tenemos que comunicar
nuestra experiencia, hacer partícipes y “llevar
su mensaje salvador al corazón del mundo”, que decía San Juan Pablo II.
En esto
consiste nuestra vocación específica, en saber desde donde podemos vivir mejor
la Buena nueva de Jesús y desde donde podemos servir mejor a los demás dando a
conocer y ayudando a los demás a que lo amen.
La Vocación
misionera es la vocación más en radicalidad porque ofrecéis a entregáis vuestra vida por el anuncio del
Evangelio, dejando casa, hermanos, familia, tierra de nuestras raíces e ir allí
donde el misionero cree que es mas necesario para que el Evangelio de Cristo y
su persona sea anunciado.
Por eso decía al principio que pocas frases explican mejor la identidad del
misionero que esta frase: “nacidos de la misión para la misión” porque todos
los que nos sentimos misioneros y portadores del mensaje de Cristo al mundo
nacimos de la misión que Cristo dio a la Iglesia y de todos cuantos nos
enseñaron a conocerlo y amarlo y ser sus seguidores, y somos destinados a vivir
nuestra vida desde la misión y para la misión.
Queridos
misioneros: sabéis de siempre lo mucho que admiro vuestra vida, vuestra
entrega, disponibilidad y generosidad, porque vosotros estáis haciendo realidad
con vuestra entrega que habéis nacido
desde la misión y para la misión.
Para que esto
se haga realidad por vosotros y vuestra vida entregada, no os ha importado
dejarlo todo: familia, amigos, raíces, diócesis y vuestra única aspiración es
que realmente se cumpla la voluntad del Señor, que quien nació de la misión, se
entregue por entero a la misión.
Gracias por
vuestro testimonio. Vuestra vida nos anima a ser también, con todas las
consecuencias, testigos de Jesús, misioneros en la porción del mundo que el
Señor nos ha encomendado a cada uno. Sois un estímulo a nuestra entrega a la
evangelización misionera entre los nuestros, donde hoy no es nada fácil ser de
verdad misioneros y evangelizadores en nuestra Europa y en nuestra España
“cristiana”, en las que Dios ha dejado de ser valorado y ha sido sustituido por
el dinero y los corazones se han
endurecido con el materialismo y el hedonismo en el que nuestros contemporáneos
nos movemos.
Pido a Dios por
vosotros para que aliente vuestras vidas y mantenga vivo el ardor evangelizador
y misioneros. Vosotros pedid por nosotros para que sepamos llegar al hombre de
hoy, ofrecer a Jesucristo, como el único que puede llenar plenamente nuestra
vida y dar sentido a todas nuestras aspiraciones.
Un fuerte abrazo para todos vosotros.
+Gerardo
Melgar Viciosa
Obispo de Ciudad Real