Damián Diaz. Delegado de Misiones y OMP de Ciudad Real
Nuestras Iglesias y comunidades cristianas, nosotros
mismos, somos cristianos, porque alguien de fuera, enviado, misionero, ha salido de su casa, de su
tierra, y ha venido a nosotros a proclamarnos el Evangelio. Hemos nacido de la
Misión: El mandato del Señor de anunciar la Buena Noticia a todo el mundo, que
alguien se tomó en serio. O, como dice el Papa Francisco, la alegría del Evangelio
que alguien experimentó y quiso compartir con nosotros.
Ese dinamismo misionero de la Palabra de Dios, del
encuentro con Jesucristo, continúa y nos afecta ahora a nosotros: Quienes hemos
recibido esa Palabra y hemos conocido el amor de Dios no podemos ocultarlo,
sino que tenemos que testimoniarlo. En nuestro entorno, y hasta los confines de
la tierra, a donde nos manda el Señor. Porque su salvación es para todos los
hombres de todos los tiempos, y su Misión, universal.
El esfuerzo misionero desarrollado por tantos hombres y
mujeres a lo largo de los siglos no puede interrumpirse o quebrarse ahora por
nuestra comodidad, miedos, egoísmos o falta de impulso e ilusión.
Es verdad que hay crisis de vocaciones en todos los
ámbitos. Pero algunos han respondido, y nosotros tenemos que sentir la llamada
del Señor, y apoyar con nuestra oración, y nuestro esfuerzo económico a
quienes, salidos de entre nosotros, han ido a proclamar la Buena Noticia por
todo el mundo.
El Día del
Misionero Diocesano es una Jornada en que, además de recordar a Vicente Hondarza, que recibió la corona
del martirio en Perú un 14 de junio,
dirigimos una mirada cariñosa, admirada y agradecida a los misioneros que
recibieron la fe y su vocación en nuestras comunidades parroquiales.
Muchos de ellos se dirigen cada año a nosotros, a la
Delegación Diocesana de Misiones, para contarnos sus tareas, sus proyectos, las
necesidades de sus gentes. Y nosotros podemos ayudarles y respaldarles, sólo en
la medida que recibimos las colectas y donativos de nuestras parroquias, grupos
y amigos.
Que no les falte nuestro apoyo, porque con ellos nuestra
Iglesia Diocesana, nacida de la Misión, será también misionera, respondiendo al
mandato del Señor.