MISIONEROS DIOCESANOS CIUDAD REAL

07/10/2019

"SÍNODO": CAMINO QUE SE HACE JUNTOS.

Jose Luis Muñoz Ramirez. Hermanos del Evangelio en Bolivia. 

Queridos Paisanos y amigos: 
Desde América-Latina tenemos siempre muchas cosas que compartir y os pido disculpas por no escribiros más frecuentemente. Ahora sabéis que estamos en “Época Sinodal”. El domingo próximo, 6 de octubre, comienza el Sínodo sobre la Amazonía, que el Papa Francisco convocó hace ya dos años, el 15/10/17, en su venida a Suramérica.
No os podéis imaginar la movida que estamos teniendo todo este tiempo de preparación. Hemos estado movilizados en su preparación, hombres y mujeres laicos, sacerdotes, religiosos,  obispos etc. Se ha tratado de implicar a todo el pueblo de Dios: campesinos, indígenas, educadores, gente de la salud, padres y madres de familia, gente de a pie. También los teólogos y pastoralistas, lógicamente, y los obispos. Pero no solo este último grupo, que pudiéramos considerar “los expertos”.  Ha habido una gran cantidad de consultas, para que interviniéramos los más posibles y lo más posible, y que no se quedara nada vital sin tratar, tanto en lo pastoral, en lo social, lo económico, en lo educativo, las familias,  y que nadie se quedara con la gana de decir algo y no pudiera decirlo.
De eso se ha estado tratando, al  hacer una trayectoria sinodal: de caminar juntos. Esto es lo que etimológicamente significa “sínodo”: camino que se hace juntos. El método aplicado para los trabajos preparatorios ha sido el Ver-Juzgar-Actuar, tan usual en América Latina.
Os voy a compartir lo que he ido viendo, sintiendo y aprendiendo en este tiempo, tan rico. Como Sínodo quiere decir “camino que se hace juntos”, como pueblo de Dios (no sólo los obispos), se ha intentado implicar a todas las fuerzas vivas de los países amazónicos, para su preparación. Esto en sí no es una novedad, pues los sínodos han sido habituales en la Iglesia, desde los primeros siglos.
Nos pusimos a trabajar, a ver y analizar la realidad, a pensar, a dejarnos iluminar por el Espíritu, que aletea en todos/as, y a hacer propuestas, en una práctica verdaderamente de Iglesia participativa y de comunión. Hemos sentido al Espíritu Santo, y al espíritu de Francisco, el Papa, también, que acompañándonos hacia una Iglesia no referencial, de puertas abiertas, en salida, preocupada más por los problemas de la gente que de los propios. Esto fue lo que proponía el Concilio Vaticano II, hace más de 50 años, que luego se frenó y se congeló.
Pero ha venido un deshielo con Francisco y el soplo del Espíritu que lo anima, y se ha desempolvado el Concilio Vaticano II y las Conferencias Latinoamericanas de Medellín, Puebla y Aparecida y su opción reiterada por los pobres.  Toda esta preparación está desembocando en el Sínodo Panamazónico, que empieza el domingo, 6 de octubre. De nuestra parroquia y de los grupos misioneros de Cochabamba ha sido elegida como experta una mujer, madre de familia, que representa a los laicos y a las mujeres.

Sabéis lo vital que es la Amazonía, para la Iglesia y el mundo: Supone para el Planeta una de las mayores reservas de biodiversidad, entre el 40 y  50%, agua dulce; posee más de un tercio de los bosques primarios del planeta. Son más de siete millones y medio de Kms cuadrados., con 9 países que los comparten, entre ellos Bolivia. El agua de los  ríos Amazonas y Orinoco y su infinidad de afluentes, es el elemento articulador de este gran sistema de bosques, animales, plantas, insectos etc., vitales para el planeta. En la Amazonía viven actualmente alrededor de 3 millones de indígenas, representados por alrededor de 390 pueblos y nacionalidades distintos, que han vivido desde tiempos inmemoriales –antes de la conquista de América, por supuesto- siendo ésta su tierra y su patria. (Hay, además, entre 110 y 130 pueblos en aislamiento libre y voluntario, sin  contacto con los demás)
La presencia del cristianismo y la evangelización de estos pueblos data del tiempo en que los españoles llegaron a estas tierras. (No me detengo ahora en la ambigüedad que se fue dando en la evangelización, por el maridaje de los conquistadores con los evangelizadores, tema que se ha tratado y sigue profundizándose de la mano de buenos investigadores y pastoralistas). El hecho es que el Evangelio se dio a conocer hace ya 5 siglos en estas tierras.
Otro hecho es que hoy, la riqueza de las selvas y los ríos, el hábitat de estos pueblos, vital incluso para el planeta-tierra, está siendo amenazada, saqueada y destruída por la acción de grandes intereses económicos que se han ido instalando en distintos puntos de este territorio: explotaciones petroleras, de gas, madereras, mineras, sobre todo de metales preciosos, que han creado toda una serie de degradaciones medio-ambientales, vertidos petroleros y de mercurio, quemas y talas de selvas milenarias,  para ocupar espacios que luego dedican a la agroindustria y a intereses macro-económicos, (incluyento la producción de droga y su tráfico). Se han ido extendiendo verdaderas mafias, que se han apropiado del hábitat de estos pueblos, hasta de ellos mismos, poniendo en peligro su supervivencia, que han dependido siempre de su agua, su vegetación y sus animales. Y se ha puesto en peligro la vida del planeta tierra, que depende de la biodiversidad de la Amazonía, pues lo que prima para estas mafias es el dinero, la ganancia, pronta y fácil y, si para ello tienen que sacrificar a los seres humanos, lo hacen (lo están haciendo).

Lo anterior ha provocado una emigración forzada de muchos miembros de las comunidades indígenas de la selva, empujados hacia la periferia de grandes centros urbanos, que avanzan sin control urbanístico y donde se encuentran en medios hostiles, con grandes desigualdades sociales, al interior de las cuales ellos son los parias, lejos de sus culturas, sus costumbres, sus ritos, etc. Allí viven subordinados a mafias, que tienden redes, para hacerlos rentables a ellos también,  una vez fuera de su hábitat, como pájaros caídos del nido.

Esto es lo que ha provocado el Sínodo: La Iglesia, con el Papa en medio de ella, como animador de sus agentes, siguiendo la línea de las Conferencias episcopales de Medellín y Puebla y Aparecida, quiere “vivir con estos pueblos sus procesos de liberación y organización” y está de lado de los  indígenas y las comunidades amazónicas, apoyando sus organizaciones y sus luchas, por la defensa de sus vidas y sus culturas, porque, además,  “Su cosmovisión, su sabiduría, tienen mucho que enseñarnos a quienes no pertenecemos a su cultura y todos los esfuerzos que hagamos para mejorar la vida de los pueblos amazónicos serán siempre pocos” (Papa Francisco en Puerto Maldonado –Perú- 1917).
Una realidad que se evidencia en todos los documentos preparatorios del Sínodo es que la fe cristiana está arraigada en estas etnias y en muchas de sus personas. Ellos, de un natural religioso ancestral, fueron encontrando a Jesús y su Evangelio y son miembros de la Iglesia, por la obra de los misioneros/as, que con el paso de años y decenios de presencia, de consagración y entrega, han logrado comunidades cristianas organizadas, con agentes de la Palabra, catequistas, laicos/as, discípulos y misioneros, religiosas/os.
El Papa Francisco, escuchando a estas iglesias y a sus agentes, en anteriores visitas, ha palpado la realidad en la que se hallan: por un lado, esa depredación y ese saqueo, con los que les quitan su hábitat y hasta su alma y, por otro, el reto de continuar y potenciar la vida cristiana de estas comunidades vivas.
 Ante la evidencia de la falta de misioneros /as, que fueron el motor en la primera evangelización, así como la carencia de medios humanos y materiales, para abordar el presente y el futuro de estas comunidades cristianas, la Iglesia tiene que escuchar iniciativas que van surgiendo del caminar de estos pueblos y tomar decisiones que respeten su presente y la abran al futuro. Se aplaude todo el trabajo que como Pueblo de Dios han ido haciendo y se quiere respaldarlas en los retos que tienen planteados, tanto al interior de la Iglesia, como desde exterior.
Por su confrontación profética con los poderosos  y sus mafias, estas comunidades cuentan con numerosos mártires.
 Se constata la misma falta de sacerdotes que en todas partes, con el agravante de la extensión de estos territorios, las distancias, las vías de comunicación tan difíciles, para poder desplazarse los pocos que hay, a celebrar la Eucaristía y acompañar al pueblo de Dios, haciendo presente a Jesús con la celebración de los sacramentos.
Hay muchas propuestas, bien fundadas y partiendo de la realidad que os cuento, para que puedan ser ordenados hombres casados, de los más comprometidos en toda esta trayectoria viva de comunidades cristianas. Es algo que llevan en sus carpetas y en sus corazones los obispos y todos/as los participantes en el Sínodo, como algo muy hablado, muy pensado y muy requerido por este Pueblo de Dios en crisis.
Aquí todos/as los que hemos participado en los grupos de preparación, hemos pedido que prime el talante evangélico, antes que el derecho canónico y que se pueda vivir con normalidad lo que en otras partes de la Iglesia católica se vive inmemorialmente: la existencia de sacerdotes casados. Es un clamor que sale de muchos corazones.
En los análisis realizados, resaltamos la consagración y la entrega ejemplares de miles  de mujeres, religiosas y laicas, que sentaron las bases de una evangelización en estas tierras, no tanto por lo que hayan hecho, sino por lo que han sido, hasta dejarse la piel en lo pastoral, la educación, lo social, la salud etc. Se pide al Sínodo que reconozca el papel y el ministerio de las mujeres, al mismo nivel que el de los varones, pues la experiencia demuestra que no han estado atrás en dedicación y compromiso
No añado mucho más, para no cansaros. Os pido que estéis atentos a su desenvolvimiento y que recéis, para que la Iglesia responda a los retos a los que el Espíritu de Dios nos lleva.
Os recuerda  y os abraza
José Luis Muñoz