“Amo siempre al Señor con toda el alma. Amo siempre al Señor de corazón. Amo siempre a los hombres que son mis hermanos, y por ello con gusto mi vida daré"...
EN EL PERU (1953 A
2013...)
Cuando llegó al Perú, el joven Padre y novicio tenía 30 años. En Lima,
en la misma casa de Miraflores en la que acaba de cumplir sus 90 años, fue acogido para terminar el noviciado y
completar su formación como jesuita en la Casa de probación y Ejercicios Espirituales de
San Estanislao de Miraflores (Lima) hasta el año 1956. El año 1957 se
encuentra en Arequipa en el colegio de San José y finalmente el mismo año en
Jaén, capital del Vicariato de San Francisco Javier del Marañón, como misionero
junto con el P. Alfonso Arana, famoso párroco de Jaén a quien el pueblo ha
dedicado una gran estatua en su avenida principal.
Desde entonces su vida pastoral se puede
dividir en dos etapas de trabajo desarrollado en zonas muy diferenciadas: una
netamente rural dentro del Vicariato, y
otra urbana en Lima.
Son 55 años de su vida sacerdotal consagrados totalmente
al nuevo país inmenso que ya no abandonará más que en dos precisas ocasiones:
en enero de 1961 para hacer en Colombia su Tercera Probación, la última etapa
de su formación jesuítica, y con motivo
del único viaje de pocas semanas que hizo a España cuya fecha, a sus 90 años, no logra recordar. Ya no volvería más a la
península y su Mancha cuya memoria se ha ido acrecentando en el afecto y la
nostalgia pero confirmando su voluntad misionera de renuncia a su propia patria
y terruño para entregarse a esta su nueva patria.
1. MISIONERO EN EL VICARIATO S.
FRANCISCO JAVIER DEL MARAÑÓN
(de1957 a 1975) 18 años.
El P. Antonio, desde joven seminarista, ha
sentido una especial llamada vocacional de servicio pedagógico. Esta
preocupación por la educación de los niños llena toda la vida del gran
catequista que siempre ha querido ser y ha tenido su oportunidad de realizarse como
tal caminando y caminando, las más de las veces a puro pie, de caserío en
caserío, de escuela en escuela, de capilla en capilla.
Así va a recorrer, año tras año, todo el
Vicariato por caminos de sierra y bajando la cuenca del Marañón adentrándose por la carretera de
penetración en la Selva
hasta Las Salinas y El Muyo a orillas del gran río donde
van a quedar importantes huellas de su paso de misionero y educador. Pero en El
Muyo y en Las Salinas a orillas
del Marañón se le recuerda, además,
por
los centros educativos que allí fundó o ayudó a fundar: en el Muyo, la escuela de San José, dirigida actualmente por unas hermanas
mejicanas, y la Escuela del Ave María, un antiguo cuartel
militar que abandonó las armas y se convirtió, con su ayuda, totalmente a la educación de los niños de
Aramango en la paz y en la solidaridad entre niños mestizos e indígenas de
comunidades próximas. Finalmente el Colegio
de Santa Inés en Las Salinas es
el centro escolar más importante fundado por el P. Antonio, cuyos alumnos de
promoción hace dos años le eligieron como padrino y organizaron un viaje hasta
Lima para conocer a su fundador.
El P.Antonio, libre sin atadura ninguna, y
pobre entre los pobres se definía como un párroco transeúnte haciendo parroquia
en cada lugar que visitaba, evangelizaba, santificaba celebrando la eucaristía
más otros sacramentos y catequizaba con
cantos y juegos a todo el pueblo, pero con especial entusiasmo a los niños
siguiendo las orientaciones pedagógicas más populares de las Escuelas del Ave
María fundadas en Granada por el P. Andrés Manjón (1846-1923) del que se
declara devoto y repite con frecuencia su lema pedagógico: “enseñar jugando es
aprender corriendo”.
2. OPERARIO EN LA CIUDAD DE LIMA (1976 a 2013...)
Esta
segunda etapa de su vida sacerdotal y misionera en el Perú se puede
dividir en 4 momentos:
2.1.- En Huachipa (Villa Kostka Casa
Ejercicios) (1976 a
1978). 3 años
2.2.- En la Iglesia de San Pedro en
Lima (1979 a 1997) 19 años.
2,3.- En la parroquia de Fátima (1998 a 2003) 6 años
2.4.- Se retira a la enfermería en Miraflores
(2004 a
2013) 9 años…
No
es fácil hacer un resumen de sus múltiples actividades pastorales como
sacerdote a lo largo de su vida en el Perú en esta su segunda época pastoral.
En los catálogos de la
Provincia aparece siempre con esta denominación de “operario”, expresión eclesial clásica
para designar a jesuitas entregados a tiempo completo a una labor pastoral
generalmente desde nuestras residencias. En el catálogo de la Residencia de San Pedro
el trabajo del P. Antonio se describe con el termino dicho al que se le añade: “visita enfermos en dispensarios y clínicas” o también se
dice de él “visita cárceles”.
Pero la variedad de servicios y atenciones
pastorales que prestaba con generosidad y de forma individualizada y casi
siempre improvisada en la atención inmediata y anónima a cualquiera, la dirigió
preferente, o acaso exclusivamente, a los sectores más populares, humildes y
marginados de Lima mientras tuvo salud para poder hacerlo. Recuerda él, por
ejemplo, con satisfacción, durante los años que fue capellán del tan popular hospital “2 de Mayo”, su trato
con las hermanas de Calcuta que recogían y atendían a vivos y semimuertos cerca
del gran mercado de La Parada , como una pequeña
Calcuta peruana... Cuenta también cómo visitaba
diariamente los dispensarios antivenéreos del Callao y del 2 de Mayo en
donde procuraba prestar alguna sencilla ayuda espiritual a mujeres marginadas
que acudían de consulta a dichos centros. Las saludaba, les daba una estampa y
hasta, a veces, rezaba con ellas alguna oración y las bendecía.
Termino con un ejemplo muy suyo dentro
del estilo de esta pedagogía catequética al que recurría habitualmente. Se trata de una canción profana que él bautizó y
cristianizó para transmitir cantando el mensaje más cristiano. La canción de
hace bastante años decía: “Solamente
una vez amé en la vida, solamente una vez y nada más”. El P. Briones,
indignado ante ese egoísmo de un amor tan reducido a una sola persona, hizo su
trasplante de corazón a los versos manteniendo la misma música hasta
convertirla en este otro cantar:
“Amo siempre al Señor
con todo el alma.
Amo siempre al Señor
de corazón.
Amo siempre a los hombres
Que son mis hermanos,
Y por ellos con gusto
Mi vida daré”
“Si uno canta de corazón esta
letra en la hora de la muerte es un santo que entra directamente en el cielo.
Pero si sólo canta la anterior letra, no es cristiano”. Así, con este
comentario, concluía el P.Antonio Pío su
catequesis y continuaba tarareando la canción...
Lima,
5 de Mayo del 2013
Fermín Rodríguez Campoamor, S.J.
Párroco de Chiriaco.
Vicariato
S.Francisco Javier del Marañón
CHIRIACO (Imaza.Bagua.Amazonas) PERU