Santiago Rodriguez Palancas. Misionero Mercedario en República Dominicana.
CUENTO.
Don Pablo se jubiló hace unos años, y decidió que el tiempo
que le quedaba de vida lo iba a dedicar a ayudar más a los demás.
Como durante su vida laboral había sido psicólogo, don Pablo
ahora dedica tres días a la semana a visitar familias pobres de su barrio y
junto con Caritas ve cuáles son sus necesidades para poder ayudarles.
Algunas tardes va a compartir con los ancianos de una
Residen
cia. A muchos de ellos don Pablo los visita más que sus propias familias.
Los sábados en la tarde junto a su esposa, Pablo atraviesa
la ciudad para estar junto a sus tres nietos. Los niños babean cuando ven
aparecer a su abuelo con la paleta que cada sábado les regala. Pero a don Pablo
también se le cae la baba al contemplar la cara de felicidad de sus nietos.
Cada domingo en la tarde, Pablo se reúne con sus amigos para
jugar al dominó. Entre juego y juego, recuerdan sus batallitas de jóvenes.
Siempre cuentan las mismas historias, pero ellos son felices rememorándolas.
Desde hace un año, don Pablo participa en un grupo de
oración. Él no está bautizado, pero siempre ha tenido una vena espiritual. Lo
cierto es que se encuentra muy bien en ese grupo y siente que su vida es más
plena.
Hoy, día del DOMUND, don Pablo ha asistido a la Misa. El
sacerdote estaba explicando el lema de este año: “Bautizados y enviados”. Decía
el padre que los cristianos son bautizados y luego realizan una misión.
Don Pablo, al terminar la Eucaristía, ha ido a hablar con el
cura, para decirle que el orden de los factores no altera el producto,
y por tanto él, que siente que ya ha sido enviado a misionar con Caritas, con
los amigos, con los nietos o con los ancianos, ahora quiere ser bautizado.