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17/10/2020

MEMORIAS DEL CONFINAMIENTO. BOLIVIA. JOSE LUIS.

                                 José Luis Muñoz-Q. Ramírez, Hermanos del Evangelio 


            Vaya tiempos raros los de esta pandemia! Nadie  estamos exentos, no se libra ningún país!

            Sólo que para  los creyentes estos “tiempos raros”, al reconocer al “Dios con nosotros” , estos tiempos raros pueden ser reconocidos como “Tiempos de Dios”, en Quien los acontecimientos son percibidos como oportunidad, (En teología se dice “kairós”, una palabra griega) No porque creamos que Dios nos ha mandado el virus para probarnos  y santificarnos ni tampoco,  esperando que acudamos a Él para hacer el milagro de ahorrárnoslo. Es otra cosa: Como Él camina con nosotros, en las duras y en las maduras, son muchas las sugerencias que nos hace, las perspectivas que nos abre y las oportunidades que nos da para sentir su paz, no obstante los fuertes oleajes de la pandemia.

            Desde la Delegación de Misiones, se nos pide a todos los misioneros diocesanos, que compartamos cómo hemos vivido el confinamiento en esta época de pandemia y que hagamos una memoria. Lo hago con gusto, pues aún estamos en confinamiento dinámico (es decir, confinados, pero menos) En lo que os cuento hay mucho de eso que digo “tiempo de Dios”. Me parece importante resaltarlo en las realidades que he vivido en este tiempo y, como supongo que no van a imprimir la revista este año, me voy a explayar virtualmente con confianza ante vosotros, abusando, quizás,  de vuestra paciencia. Varios puntos:

1.       Cómo hemos vivido la Eucaristía y las celebraciones de Semana Santa, en este tiempo?

           Estamos separados de una familia amiga sólo por una malla, que da a su patio, y a nuestra huerta y  gallinero. Por ahí nos vemos a diario y nos cruzamos cosas. Eso nos ha permitido planificar la Eucaristía y las celebraciones con ellos, los padres y cuatro hijos. Pusimos una mesa y un mantel de nuestro lado y ahí hemos celebrado hasta hace dos semanas, que ya se ha abierto la capilla del barrio. Éramos  en total once personas: ellos seis y cinco nosotros. Cuando el sol era fuerte, poníamos unas telas para hacer sombra. Previamente, barríamos y regábamos. Colocábamos flores… y adornábamos con gusto! De dónde salían tantas flores?! Trajimos un Cristo bonito de la Capilla y en su momento el Cirio Pascual.  Nos  distribuíamos las lecturas y las peticiones; los cantos los preparábamos juntos; comentábamos la Palabra de Dios o los ritos sin prisa; pasábamos la comunión por los huecos de la malla, por los que  cabe la mano. Era precioso celebrar en ese contexto. Los niños pequeños estaban libres, jugando sobre la hierba. A veces hacían acto de presencia el canto del gallo o nuestra gata o dos perros pequeños de los vecinos.

           Detalles bonitos: a. El lavatorio de los pies del Jueves Santo lo hicimos de lado y lado; nosotros nos lavamos los pies unos a otros y lo mismo hicieron ellos entre esposos, padres e hijos. Muy vivencial,  eso de estar a los pies de la esposa o viceversa o a los pies de los hijos o del hermano, en nuestro caso. Simbolismo profundo el de imitar a Jesús, de estar a las plantas del otro, lavándolas, intuyendo de donde vienen o a donde quieren ir esos pasos. Cuidar los pasos del otro!

b. El Via-Crucis del Viernes Santo, lo hicimos con carteleras sobre cada una de las estaciones, que previamente nos habíamos distribuido. Y no veáis con que detalle las prepararon los papás y los 2 chicos mayores de los vecinos y uno todavía pequeño, pero muy participativo. El tema era que Cristo sigue padeciendo hoy en los cuerpos maltrechos de los hermanos y que hay que acompañar y comulgar las migajas de los cuerpos humillados de los pobres, sacramento del Cristo vivo

No ha habido manifestaciones públicas de Semana Santa, como tampoco en España ni en ningún sitio, pero hemos crecido en una experiencia seria de comunión creyente.  A esto me refiero cuando hablo de “tiempos de Dios”: Iglesias cerradas, pero no un vacío de Iglesia. Si siguiéramos así siempre !…añoro una Iglesia más pequeña, más comunidad. Creo que en las primitivas comunidades harían esto y Jesús se sentaría al sol, sin prisa, en el patio de los amigos.

 

2.       La apertura a lo virtual.

             Creo que ha coincidido con la pandemia y el confinamiento, el abrirnos en nuestra fraternidad al zoom y otras posibilidades de comunicación similares. Claro, nosotros  tenemos internet, ordenador, teléfonos celulares etc.

Junto a esta constatación positiva para nosotros, constato enseguida que la mayoría de mis vecinos no tienen internet y sus hijos no pudieron seguir sus clases por zoom y, si no han perdido el año escolar, es porque el ministerio de educación sacó un decreto de finalizar el curso, promocionando al año siguiente a todos los alumnos de Bolivia, cuando sólo habían pasado el primer trimestre del año,. Una locura: Pasan a 5º, niños sin haber  hecho 4º.  O a 2º niños que sólo han hecho un trimestre de 1º. Así! Aunque siempre hubo profesores que se actualizaron en técnicas virtuales y han pasado clase a sus alumnos. Estos privilegiados son hijos de las familias, que disponen de internet, para terminar el programa del curso. Y repito que no ha pasado así con los niños de familias humildes, en cuyos barrios no llega el internet,  en su mayoría,  o a duras penas, como es el caso de nuestro barrio. Y se verifica, pues, que se abre la brecha entre la Bolivia pobre –la mayoría- y la rica, siempre menos.

          A propósito de lo anterior, abrimos la malla que os digo que separa las dos casa, donde celebrábamos, y los dos hijos bachilleres de la familia de al lado han pasado a nuestra casa, para seguir el programa de sus respectivos cursos. (Pasan los padres también y venden helados caseros, en la puerta de nuestra casa, que da a una calle más transitada)Había que hacerlo! Ni tienen que salir a la calle, pues estamos todos confinados. Yo me he responsabilizado de lenguaje; otro hermano de sociales; otro de matemáticas y física; otro de religión y biología…, y así seguimos, ya que,  si el curso esta ganado, es mejor pasar el programa. No hemos convocado a otros hijos de vecinos, por la prohibición de las aglomeraciones. Con dos adolescentes es distinto, usando lejía, alcohol y mascarillas, sobre todo sin necesidad de pisar la calle. Dios ha visitado a su pueblo, pueden decir estos  vecinos. Es en lo poco, en lo   inaparente, en lo que no cuenta, donde Dios se manifiesta. Otro “tiempo de Dios”. En la pandemia no se ha podido hacer más. La responsabilidad social nos ha llevado a quedarnos ahí.

 

3.          No ha habido ningún muerto en nuestro barrio por Covid; sí, en los barrios vecinos. En nuestra comunidad campesina ha habido contagios, claro, y, como la gente iba al hospital y no los recibían ni venían los médicos, aunque se los llamara, porque estaban saturados, nosotros llamamos a una doctora amiga de la ciudad y nos dijo que, bajo su responsabilidad, hiciéramos lo siguiente: a. Comprarnos trajes de bioseguridad (nos

compramos tres); b. Hacernos de un oxímetro y un termómetro digital c. Comprar ciertas medicinas que ella nos recetó en cantidad por whatsap , pues no nos hemos visto presencialmente; d. Nos clasificó los medicamentos para dos niveles en la enfermedad y nosotros, dependiendo de si había fiebre y falta de oxígeno, daríamos un tipo de medicamentos u otros. Fue vista y no vista la adquisición de todos estos insumos. Otro hermano y yo nos vestimos como de astronautas (traje completo de seguridad , pantalla para la cara, gafas, mascarilla, gorro,  atomizadores, guantes…) y hemos ido a las casas de los enfermos. Me cosquilleaba un poco el cuerpo, al principio, pero me superé. Tengo que deciros que nadie entró en nuestra casa, éramos nosotros los que íbamos a las de ellos. Un hombre vino ahogándose, le sacamos una silla a la puerta de la calle, le aplicamos alcohol con el atomizador y le tomamos la temperatura y la saturación de oxígeno: estaba mal, lo mandamos a su casa, ya con la primera toma de medicinas y una bolsita con el resto. Su esposa también estaba afectada, pero con menor carga viral. Al día siguiente estaban ambos mejor y acabaron curándose, como todos.

Administrábamos alcohol con el atomizador sin miedo, y, como decía antes, tomábamos la temperatura,  la saturación de oxígeno y dábamos las medicinas para 4 días. Volvíamos al día siguiente  y fuimos viendo mejoría  en todos los enfermos. En total llegamos a 11 familias y todos se curaron. Al salir nos poníamos nosotros alcohol con los atomizadores y al llegar a la casa ni ahorrábamos lejía ni jabón ni lavadora ni ducha. Nadie nos hemos contagiado y la gente se ha curado, a Dios gracias. El obispo, por teléfono nos dijo: Adelante, eso es lo que hay que hacer, a falta de médico y enfermeras, nos toca a la gente de a pie el tomar decisiones. Otra oportunidad de Dios, para su pueblo! No? “A Dios rogando y con el mazo dando”, porque: “Si un hermano o hermana no tienen ropa ni qué comer y uno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no le dais lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así, la fe sola no sirve, si no tiene obras” (Sant. 2, 16-17) No lo digo para vanagloriarme, pero eso es lo que hemos hecho.

 

4.        Una semana de retiro en la ermita: Los Hermanos de Foucauld tenemos esta práctica frecuente, siguiendo a nuestro fundador y las costumbres de los antiguos monjes: ir a la ermita, en soledad una semana, o más; hay veces que nos vamos para 40 días.

Ya cuando la pandemia iba bajando, me fui a pasar una semana de soledad, expuesto al aire y al sol de Dios. Es como broncearse de Él; uno se expone, respira y deja a Dios hacer. No se siente casi, pero es real, como el bronceado. Llevé lo necesario y pasé el tiempo en una gran paz, orando, leyendo, escribiendo, paseando. Otro “tiempo de Dios”. Releí el Documento Final sobre el Sínodo de la Amazonía y la exhortación posterior del Papa “Querida Amazonía”. Son documentos de una Iglesia en salida, como le gusta decir a Francisco. Una Iglesia que se deja evangelizar desde los pobres y que deja el centralismo europeo. Yo me siento reflejado en sus conclusiones y el leerlas y meditarlas me hace crecer por dentro y regocijarme en algo grande que Dios ha ido haciendo desde las pequeñas iglesias de los pueblos amazónicos. (Me vais a permitir una digresión: Francisco, en el conclave que lo eligió Papa, siendo aún cardenal Bergoglio, en una de las sesiones preparatorias, en que buscaban consenso sobre el perfil del papa a elegir, citó el texto del Apocalipsis 3, 20: “Yo estoy a la puerta y llamo”, en el que siempre se ha comentado que Jesús quiere entrar en nuestro corazón incansablemente, en el de la Iglesia apasionadamente etc. Bergoglio comentó al revés: Jesús llama desde dentro, para que lo dejemos salir. Jesús puede sentirse ahogado por las estructuras de la Iglesia. Debió gustar a los electores y ahí tenemos a Francisco, Papa que aboga por una Iglesia de puertas abiertas, en salida etc. Él repite que prefiere una Iglesia que se equivoca por salir a las periferias, a una Iglesia rancia, encerrada, por miedo a equivocarse. Sin desperdicio.Hasta aquí la digresión, perdonad)

 Ahh! Hubiera seguido más tiempo en el retiro, pero había que volver a la vida ordinaria, lo propio de todo ser humano: trabajo, vecindad, vida fraterna etc. Y lo propio mío como religioso..

 

5.       Nos hemos abierto a talleres y cursos virtuales. Los jóvenes terminaron su semestre por zoom; pero todos hemos seguido talleres de distinta índole: Ellos, con otros jóvenes de la congregación, sobre temas específicos de nuestra espiritualidad; pero no sólo, también cursos intercongregacionales con religiosos/as de toda América Latina,  sobre las directrices de la Iglesia actual. O talleres puntuales sobre abusos de poder y clericalismo; abusos sexuales; o sobre afectividad y sexualidad. Todo muy interesante, os puedo decir, y muy actual y puntual. Los disertantes podían ser de Europa o de otros países de América Latina, lo mismo los participantes.  Lo que digo, son “tiempos de Dios”, pues tomar entre manos con cariño los temas candentes de la Iglesia, nos hace pisar tierra y tener los ojos abiertos en su óptica y los oídos conectados a su onda

 

6.       Hemos celebrado la Semana de la Creación también virtualmente, convocada por el Papa, en el espíritu de la encíclica Laudato Si. Éramos muchos integrantes de los 9 pueblos amazónicos, entre los que se encuentra Bolivia. Supongo que en C. Real la habréis hecho igualmente. El día que le tocó participar al grupo en el que yo estaba, animamos precisamente a profundizar sobre el Sínodo de la Amazonía, para hermanarnos con esos pueblos de culturas milenarias, que preservan la vida de los bosques y los ríos de ese gran pulmón del Planeta.  Participantes del Sínodo decían que siempre  se les insistía: “No pierdan la perspectiva, los pobres son el centro”. Yo he pensado siempre que el ser humano es el centro de la creación, el primor mejor de Dios y, de entre los humanos, las mayorías pobres,  víctimas de la depredación inmoral de gente sin escrúpulos. No quiero quedarme sólo en abogar por los árboles, los lagos, las ardillas y los insectos, por citar algunos exponentes de la creación. Necesitamos una ecología integral, que parte del corazón de los seres humanos y va tomando opciones serias, por una humanidad alternativa, que vaya saliendo del sistema consumista y depredador al que hemos estado acostumbrados, cuyas víctimas son los pobres.

Hoy precisamente aparece la nueva encíclica, “Todos Hermanos”, en el espíritu incluyente de que todo ser humano es hijo de Dios y por lo  tanto todos somos hermanos universales

 

 

Total, que no nos hemos aburrido en la pandemia y hemos constatado que “no hay mal que por bien no venga” y que “a mal tiempo, buena cara”, y que “si lloras, porque es de noche y no ves el sol, no puedes contemplar las estrellas”. Nosotros en la noche del Covid, hemos preferido contemplar las estrellas y, en vez de sólo lamentarnos por la oscuridad, hemos encendido una lámpara (o varias!)  Vuelvo a decir: es casi nada; pero para nosotros era casi todo lo que hemos podido hacer. Invito a sumar todos los “casi nadas”.

Siempre será verdad aquello de S. Juan de la Cruz: “Qué bien sé donde está la Fuente que mana y corre, aunque es de noche”. La vida interior , la Presencia, es siempre manantial de serenidad y gozo, aún en los momentos más  difíciles, y se sirve de nuestros hilillos casi secos, para sumarlos a la gran creciente que se avecina. Es nuestra inconmovible esperanza.

Os dejo, con el afecto de siempre.

Desde, Cochabamba, Bolivia, muchos abrazos.

Vuestro paisano, de Campo de Criptana,

José Luis Muñoz-Q. Ramírez,