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12/10/2020

MEMORIAS DEL CONFINAMIENTO. PERÚ. GLAFIRA

            "Memorias del confinamiento en Chachapoyas: crónica de muertes anunciadas!


        Glafira Jiménez París. Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana. Chachapoyas. Perú 

Saludos a todos los misioneros y misioneras de Ciudad Real. Un abrazo solidario en esta difícil y desafiante situación.

Se acerca una especial celebración del Día del Domund. Todo parece excepcional en este 2020. O no tanto, para tantos lugares. Y en medio de esta excepcionalidad (esperamos y trabajamos para que así sea) escuchamos el lema de este año Aquí estoy, envíame. Cada uno/a de nosotros/as lo escucha en una realidad concreta, lo realiza en una realidad concreta.

 

1.              El “aquí” en Chachapoyas: ¿cómo está afectando la covid-19?

 

El “aislamiento social obligatorio” comenzó el 15 de marzo y continúa  hasta ahora. Chachapoyas está en estado de emergencia (revisable) hasta el 30 de setiembre. Uno de los confinamientos más largos. Los domingos cumplimos toque de queda 24 horas en todo el país.  Se está haciendo lo imposible.

 

Las grandes crisis tienen la virtud de sacar a la luz los problemas que un país no muestra (o no queremos ver) en los llamados tiempos de normalidad y que pone en evidencia las enormes injusticias sostenidas, justificadas, alimentadas. A principios de abril, unas palabras de la que ahora es ministra de Salud y entonces Titular del Comando de Operaciones COVID-19, Pilar Mazzetti sintetizan muy bien “el aquí”: “Todo falta, maldición”. Y así es. El Covid-19 ha supuesto la confluencia de todas las crisis: crisis sanitaria, política, social y económica que podríamos resumir en: crisis humanitaria. Una crisis que no podemos abordar como tantas otras, con la posibilidad de salir de la urgencia a través de la solidaridad vecinal y la manutención colectiva (ollas comunes) porque estamos en aislamiento obligatorio. Aún así se está haciendo. Hay mucha creatividad y, sobre todo, ponerse en la situación del otro y saber que me puede tocar a mí también: se sostiene en las cuarentenas y se consuela en los solitarios duelos.  

 

En un país tan grande y diverso como el país, esta crisis sanitaria adopta rostros distintos, dependiendo de la zona geográfica. El impacto en la Amazonía, en los pueblos indígenas, está siendo devastador.

 

Chachapoyas forma parte del Departamento de Amazonas. Se considera ceja de selva con mejor infraestructura en comunicaciones. Con todo, es una provincia con alto porcentaje de trabajo informal (70 % sin contrato), con necesidad de salir a trabajar para obtener ingresos diarios, muy inferiores, siempre, al salario mínimo. La mayoría de la población no tiene acceso a la red de salud, las medicinas, si se necesitan, corren a cargo de la familia del enfermo, de la solidaridad de los vecinos (una  cama en UCI: 500 euros diarios, un cilindro de oxígeno: 200 euros, con una duración de 5 horas en pacientes graves; sedación y entubación aparte).  Todo falta y también se acaba. Tampoco hay dónde comprar. Una provincia con una desnutrición crónica infantil del 30% de los niños/as menores de 5 años y una población con una esperanza de vida de 74 años, situación que amplía el número de población de riesgo y, por tanto, las posibilidades de desarrollar los síntomas graves de la enfermedad. Tendremos las cifras oficiales, si las tenemos, cuando todo pase pero en cada pueblo, los vecinos saben quién y cuántos faltan.

 

 

2.     El “envíame” en Chachapoyas. ¿Qué estamos haciendo?

 

Como misión y ante el “todo falta”, había poco que pensar. Las fuerzas se orientaban (1) a reforzar alimentación y salud; (2) el camino era un llamado a la solidaridad colectiva para responder a las urgencias y (3) a medida que iban avanzando los meses comenzamos a plantearnos las preguntas de fondo para explicar el “todo falta” en un país a quien el Banco Mundial reconoció , entre el 2002 y el 2013 como “uno de los países con mayor dinamismo económico en América Latina, con un crecimiento promedio del PIB de 6,1%. Preguntas que nos ayuden a que estas situaciones no se repitan.

 

Hemos mantenido el servicio social en la Pastoral de Salud con la atención en el Dispensario “Antonio Hornedo y Correa”: entrega de medicamentos, pago de servicios, sobre todo oxígeno, en estrecha colaboración con la Sra. Doris Vilcarromero del Hospital “Virgen de Fátima”, quien falleció por complicaciones con una enfermedad crónica del corazón el 2 de agosto. Trabajando por los más pobres hasta el último momento. DEP. El acompañamiento en el duelo a través del móvil y redes ha sido una pastoral permanente en este tiempo. Una situación especialmente dolorosa en países donde una “digna despedida al ser querido”: ritos precisos y diferenciados, largos en el espacio y en el tiempo se considera una obligación ineludible es sin duda, otro de los efectos más dramáticos del virus que tendrá consecuencias en el mediano plazo. 

 

Con la inestimable ayuda de la Organización alemana “La Alianza” se han repartido, en dos ocasiones, 160 canastas de alimentos en nuestro comedor “San Martín de Porres”,  así como ayudas particulares con la entrega de alimentos a las madres de los niños que asisten al comedor y otras familias en situaciones de extrema necesidad.

  

También ha habido una respuesta desde la jerarquía eclesial en respuesta a la propuesta del Papa Francisco “Un plan para resucitar”  con la implementación del Proyecto “Respira Perú”. Nuestro obispo, Monseñor Emiliano Cisneros ha coordinado la compra de una planta de oxígeno, con un valor aproximado de 100.000 euros) a partir de colaboraciones particulares.

 

Con el objetivo de acompañarnos en nuestras prácticas solidarias, hemos favorecido y alimentados espacios de formación para agentes de pastoral y movimientos con el objetivo de entender mejor la situación a la que nos enfrentamos y poder dar respuestas más integrales que apunten al presente y al futuro. Este ha sido tiempo especialmente desafiante para ellos/as. Afectados también por esta crisis sanitaria y social han asumido su responsabilidad de liderar, acompañar y seguir coordinando la ayuda en sus parroquias y/o movimientos. Nos hemos acompañado en nuestras “crisis de fe”: la necesidad de repensar nuestro anuncio, las imágenes de Dios que proyectamos y el alcance transformador de nuestras prácticas.

 

3.              “Esperamos, según (Dios) nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia” (2 Pedro 3, 13).

 

La Jornada del Domund nos ofrece la posibilidad, a todos/as, de aterrizar nuestro discipulado. Un aterrizaje que nos exige re-pensar nuestra misión en tiempos de pandemia: ¿cómo anunciar la Buena Noticia en estas circunstancias?, ¿cómo anunciar a un Dios que ama la vida en medio  de esta realidad de muerte y sufrimiento?, ¿cómo hablar de un Dios que es justo en medio de tanto dolor causado por la enfermedad, por muertes tempranas e injustas, por la falta de trabajo, la salud, el hambre?, ¿cómo ser testimonio, hoy, de la presencia salvadora de Dios en la historia a través de nuestras acciones, de manera coordinada y orientadas para colaborar en la realización de la promesa que esperamos, colaborando, sumando?.

 

El Espíritu de Jesús resucitado nos moviliza. Muchas mujeres y varones están gestando vida con justicia. Que seamos instrumentos y de esta fuerza liberadora y transformadora. 

 

Con mi oración. Glafira.