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02/06/2023

COMPARTIMOS LA MISIÓN.

Damián Diaz. Delegado Diocesano de Misiones

En torno al 14 de junio, aniversario del martirio de nuestro paisano Vicente Hondarza, celebramos en nuestra Diócesis el Día del Misionero Diocesano.

Es un día para el agradecimiento. Agradecimiento a Dios por el regalo de la Misión, del testimonio de nuestro paisano, de su vida entregada, de su enseñanza. Y agradecimiento por tantos otros paisanos, sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares, nacidos y criados en nuestras comunidades parroquiales, y que ahora andan por el mundo anunciando la Buena Noticia y construyendo el Reino de Dios.

Es un día para compartir. “Compartimos la Misión” es precisamente el lema de este año para esta Jornada. Todos los bautizados tenemos la obligación de continuar la Misión que el Señor Jesús nos encomendó, que era la que Él mismo había recibido del Padre. Algunos se sienten más interpelados por el mandato misionero: “Id por todo el mundo”, y dejan familia, casa y cultura, para compartir la vida con los hermanos lejanos. Algo de nosotros va con ellos, y con ellos nosotros también compartimos la Misión y nos sentimos enviados hasta los últimos rincones de la tierra. Empezando por nuestro entorno, donde debemos compartir la alegría del Evangelio.

Y es un día para la colaboración. Es verdad que hay muchas colectas misioneras. A la del Domund responden casi todas las parroquias. A la Infancia Misionera muchas, pero ya menos. A las otras tres colectas imperadas para las misiones: IEME, Vocaciones Nativas y Misionero Diocesano, ya responden muchas menos.

Mi testimonio personal es que siempre he entregado íntegramente todas las colectas misioneras (como otras), y nunca he descuidado las necesidades de las parroquias por donde he pasado, ni pastorales, ni caritativas, ni de mantenimiento de los edificios.

Y con los fondos que nos llegan de este Día del Misionero Diocesano, así como algunas aportaciones personales o de grupos, cada año podemos ayudar a varios de nuestros misioneros a continuar realizando sus tareas evangelizadoras y humanitarias. ¡Ellos lo necesitan, y nos lo agradecen!

Que, con la fuerza del Espíritu, abramos nuestros corazones a la universalidad, y así seamos cada vez más partícipes de la Misión que Jesús nos encomendó y que ahora es el empeño de nuestros misioneros diocesanos.

Un saludo cordial en Cristo Jesús.