Carta de Laurent Larcher dirigida a Sor Roser de Jesús, carmelita de Mundaso (Dedugú) Burkina Faso
Los escasos cristianos de
las ciudades norteñas de Malí: Kidal, Mopti, Gao y Tombuctú están siendo
protegidos por sus vecinos musulmanes, ante la oleada islamista de los
salafistas y otros fanáticos mercenarios venidos de Libia, después de la
derrota y muerte de Gadafi.
Pierre, un católico
maliense, que trabaja en una institución humanitaria de Gao, declara con
convicción: “Nosotros, los cristianos del norte, hemos sido perseguidos por los
islamistas y son nuestros amigos musulmanes locales, quienes nos han protegido
escondiéndonos en sus casas.”
“Gracias a Dios – prosigue
– y a los disfraces que me proporcionaron conseguí salir de Gao y ya llevo una
semana refugiado en Bamako, la capital. Hace siete años que vivía en Gao, donde
las relaciones entre cristianos y musulmanes no causaban conflictos .Aunque
algunas veces, cuando hacíamos el Via Crucis fuera de la iglesia, por las
calles, algunos nos lanzaban piedras. En esos casos la policía local intervenía
para proteger la manifestación pública de nuestra fe.”
Todo cambió el 31 de marzo,
cuando los “rebeldes” tomaron Gao. Entonces comenzó un período de miedo enorme
para la comunidad cristiana de Gao, que apenas alcanza 300 personas. Casi todas
funcionarios y sus familias, naturales de otras regiones del país. Acrecienta
Pierre: “En pocas horas los islamistas “barrieron” nuestra parroquia. Nunca
habíamos visto cosa semejante desde que la Iglesia está presente en nuestra
ciudad, hace ya un siglo.”
La misión católica, violentada
Casi todos los refugiados y
desplazados dan el mismo testimonio: “Apenas la ciudad cayó en manos de los
“yihadistas” (partidarios de la guerra santa). Un grupo forzó las puertas de la
misión a la caza de los misioneros, gritando:
¡Hemos venido para degollarlos!
El guardián de la parroquia los había alertado a tiempo y tanto los padres como
las hermanas pudieron huir y ponerse a salvo, aunque su vehículo recibió
algunos impactos de balas durante la fuga. Por suerte no alcanzaron a ninguna
persona de la misión.”
Pierre sigue
contando:”Entonces, llenos de rabia, los yihadistas empezaron a destruir todos
los símbolos cristianos: la iglesia, la escuela de Santa. Genoveva, el
dispensario, el infantario y la biblioteca parroquial… Unos vecinos me llamaron
para socorrer a trece mujeres, que bañadas en sangre, yacían amontonadas en una
carreta: Todas trabajaban como camareras y sirvientas en bares donde se
consumen bebidas alcohólicas. Esos bares son casi siempre propiedad de los
cristianos. Los islamistas las habían violado a todas. Como el dispensario
había sido destruido, las curamos como pudimos y nos fuimos a la estación de
autobuses. Las montamos en el primero que salió en dirección de Mopti Yo me
refugié en mi casa, pues tenía miedo de ser reconocido como cristiano por los
salafistas.”
La tensión aumenta al llegar islamistas extranjeros
Resumen de los comentarios de los cristianos de Gao: “Como la
mayoría de nosotros encontramos refugio en familias de amigos musulmanes, el
jefe del barrio nos aconsejó confundirnos con la población y llevar el turbante
al modo de los “tamacheques” .
De esta forma, durante el día podíamos salir a la calle, si era posible
acompañados por algún amigo musulmán. Los “barbudos” –talibanes islamistas-
buscaban a los militares de paisano, a los funcionarios del gobierno, a los
cristianos y a los ladrones. Todos los que encontraban eran asesinados. Gracias
a Dios, ningún cristiano fue detenido por el hecho de ser reconocido como
cristiano”.
Jean, funcionario en Gao, desde hace diez años, ha vivido el mismo
calvario:”Yo circulaba por toda la región comprendida entre Gao y Kidal. Mis
relaciones con los salafistas malienses eran corteses, pero cuando empezaron a
llegar, a finales de 2000, los salafistas árabes del Yemen, de Arabia Saudí y
de Qatar, nuestras relaciones comenzaron a ser más tensas. Me pregunto porqué
se estropeó el ambiente. De hecho a finales de 2010, cuando Iyad Ag Ghaly,
líder del grupo salafista ANSAR DINE, regresó de Arabia Saudí, el movimiento salafistas
se amplió y la situación empeoró gravemente con la llegada de los mercenarios
malienses, que estaban en Libia luchando a las órdenes de Gadafi.”
“A partir del 17 de enero, los acontecimientos se precipitaron a
una velocidad incontrolable. Las ciudades iban cayendo unas tras otras como las
fichas de un dominó: Aguechek, Menaka, Lere, Kidal, Tessalit, Gao…Nosotros
estábamos prisioneros en la ciudad, a merced de los más violentos, que
dedicaban a violar a las mujeres y a las muchachas. Acudí con mi familia a un
amigo musulmán, que nos escondió en su casa durantes tres días. Al verla
abandonada, en mi casa robaron todo lo que encontraron.”
Iglesias expoliadas alrededor de Tombuctú
Ahora Jean vive con su esposa en casa de uno de sus hijos, que
reside en Tombuctú. De manera alguna desea volver a Gao. Su amigo, Pierre, está
en Bamako, amparado por la ONG humanitaria para la que trabajaba en el norte.
En Tombuctú, los cristianos son entre 300 y 400. En la ciudad no
han sido atacados los edificios religiosos, pero según un pastor protestante,
en Dire, a 80 kms de Tombuctú y en Niamfinké, a 180 kms, las iglesias han sido
expoliadas.
Cuando los tuaregs del MNLA tomaron Tombuctú, como sus
reivindicaciones eran políticas, los cristianos pensaron que no existían
motivos de temerlos. Pero, cuando se percataron de que la ciudad estaba siendo
invadida por los grupos ANSAR DINE, AQMI y los ex -combatientes del FIS
argelino, además de los mercenarios de Chad, entonces comenzaron a tener miedo.
Sobre todo desde que han establecido la CHARÍA – la ley islámica – y los
salafistas han difundido este mensaje: “Los que no estén de acuerdo con la
Charía, no tienen más que abandonar la ciudad.”
Ayuda espontánea de los habitantes de Bamako
El pastor protestante de Tombuctó, acompañado por 180 miembros de
su comunidad, naturales de Tombuctú y Gao, ha encontrado refugio en los locales
de la misión protestante de Bamako. De momento reciben socorros de las Iglesias
Protestantes y del arzobispo católico de Bamako, mons. Jean Zerbo, además de
los habitantes del barrio, que son todos musulmanes.
El pastor declara con admiración: “Todos son musulmanes, pero nos
han traído espontáneamente ropas, alimentos y dinero.”
Más al norte, en Kidal, la comunidad católica sólo cuenta con 20
miembros. Nadie ha sido asesinado o molestado. He aquí el testimonio de
Teófanes, comerciante cristiano de unos 30 años: “En cuanto los “barbudos”
ocuparon la ciudad, mataron a todos los militares y funcionarios que
encontraron, se rumoreaba que también iban a matar a los cristianos. A mi todo
el mundo me conoce, pero yo no fui denunciado por nadie. En cuanto se me
presentó una ocasión, abandoné la ciudad. Aquí en Bamako, hace una semana, que
me acogió mi amigo Ibrahim, musulmán. Si no fuera por él, yo estaría ahora en
la calle.”
Preguntado por el motivo de Ibrahim haberle abierto su casa, por
tanto bien modesto, Teofanes responde: “La amistad no se da para un día
solamente, sino que es para siempre.”
Carta de Laurent Larcher dirigida a Sor Roser de Jesús,
carmelita de Mundaso (Dedugú) Burkina Faso,