MISIONEROS DIOCESANOS CIUDAD REAL

01/06/2021

HERMANOS DE TODOS, HERMANOS NUESTROS.

 

Damián Diaz. Delegado diocesano de Misiones

El misionero es el hermano universal. Ha dejado la familia de su sangre, para encontrar hermanos por todo el mundo. En él se cumple de manera especial lo predicho por Jesús (Mt 19,29).

Nuestra diócesis de Ciudad Real es medianamente misionera: Nuestras parroquias responden bien a las campañas del Domund y la Infancia Misionera, hay Grupos de Animación Misionera en varias parroquias, algunos voluntarios apoyan a nuestros misioneros en verano, y hay una buena participación en Encuentros, concursos y otras actividades promovidas desde la Delegación de Misiones.

Pero hay una cosa que ha disminuido sensiblemente: Nuestra conexión con los misioneros salidos de nuestras comunidades, nuestros Misioneros Diocesanos. El hecho de que en los últimos años la colecta del Día del Misionero Diocesano haya disminuido a menos de la mitad, y que sean pocas las parroquias que envían esa colecta, hace suponer que aunque vivimos el espíritu misionero en aquellos momentos antes citados (lo cual no es malo, porque la preocupación universal, que es lo principal, sigue estando presente), sin embargo, al desentendernos de alguna manera de nuestros misioneros diocesanos, estamos perdiendo una fuerza, una referencia, un paradigma precioso e impagable para la misma vitalidad de nuestras comunidades parroquiales.

Económicamente, seguimos teniendo capacidad de responder a las demandas que nuestros misioneros nos hacen confiando en nuestro apoyo, gracias a la generosidad de donantes particulares y de las actividades de los grupos de misiones. Aunque a veces tenemos que dar largas a algunas peticiones, por desgracia.

Pero es por ellos, los misioneros, y por la vitalidad de nuestras parroquias, por lo que queremos recordar que aquellos que se han hecho “hermanos de todos”, siguen siendo “hermanos nuestros”. Son nuestra alegría, nuestro orgullo, la mejor muestra de nuestra solidaridad, la expresión de la alegría del Evangelio que nosotros sentimos y de la esperanza que todos tenemos en un mundo mejor, por el que cada uno según su propia vocación trabajamos y luchamos.

Cada año podemos ver en nuestras publicaciones diocesanas el listado de los proyectos pastorales y humanitarios a los que hemos atendido según sus demandas: Construcción y amueblamiento de aulas en escuelas, apoyo a niños discapacitados, becas de estudio, necesidades sanitarias...

Nuestros misioneros han hecho el mayor esfuerzo y sacrificio, que es el de dejar casa, familia y cultura, para compartir vida y Evangelio con aquellos hermanos. Hacerles presentes en nuestras celebraciones una vez al año, un domingo cercano al aniversario del martirio de Vicente Hondarza, misionero diocesano, es mostrarles nuestro apoyo y recibir de ellos el impulso misionero para nuestra actividad pastoral.

 

Un saludo fraterno.

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